No olvidemos nuestro ayer

Ignacio Bermúdez de Castro ABOGADO EXPERTO EN DERECHO DE FAMILIA

ESPAÑA

06 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los españoles no podemos olvidar que décadas atrás muchos miles de compatriotas tuvieron que hacer las maletas para ganarse la vida en otros lugares. Fuimos un país de emigrantes y ahora a algunos desmemoriados se les da por echarles la culpa de nuestros males a los que llegan a nuestro país con la intención de encontrar una forma de vida digna. Apenas es noticia una pelea entre jóvenes españoles, pero cuando andan metidos en trifulcas callejeras menores inmigrantes que han llegado a España sin familiares muchos se llevan las manos a la cabeza resaltando el hecho de que, como sigan así las cosas, no se va a poder ni salir a la calle sin un Colt 45 encima.

Tan violento puede llegar a ser un joven natural de cualquier pueblo o ciudad de España como un magrebí, rumano o salvadoreño. Rompamos con el estúpido tópico acerca de que en esos países son violentos por naturaleza. Acojamos a esta gente como iguales. Como deseaban nuestros abuelos emigrantes que los recibieran a ellos en el siglo pasado. Bastante desgracia tienen por el hecho de verse obligados a abandonar su tierra y sus familiares. Nada hay más duro que eso. Despedirte de los tuyos sin tener la certeza de que vas a volver a verlos.

La xenofobia es impropia de un país culto y civilizado. Somos un pilar fundamental de la Vieja Europa como para ni tan siquiera dedicarle un solo minuto de nuestro tiempo a pensar en que nuestro problemas son creados por los simpapeles. España, durante el franquismo, salió adelante por las divisas que mandaban los que tuvieron que emigrar. El gran mal de los pueblos es el olvido: no recordar de dónde vienen y solo pensar en adónde van.

Aquellos que tratan con desprecio al menor subsahariano que deambula solo por las calles sin nada que llevarse a la boca, les recomiendo que, al llegar a casa, miren las fotos de sus hijos, que crecen fuertes como robles por la simple casualidad de haber nacido en España y no en una zona paupérrima de África. De paso, que le echen un vistazo a la foto del abuelo que se tuvo que ir a la Argentina a ganar un dinero que permitió que, el hoy xenófobo, se criara en un ambiente carente de estrecheces económicas.

Y aún encima, surge Vox, echando leña a un fuego ya de por sí suficientemente avivado. Seguro que decenas de sus líderes tuvieron un antepasado ganándose las alubias en París, Berna o Buenos Aires. Por citar solo tres sitios.