Un conflicto que amenaza con extenderse a otros territorios

Gonzalo Bareño Canosa
G. Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Luca Piergiovanni | EFE

31 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La solución al conflicto abierto en Madrid parece muy complicada porque, pese a que ambos apelan a la unidad, ni Pablo Iglesias ni Íñigo Errejón parecen moverse realmente de sus posiciones. Pero el problema de Podemos no se limita a un enfrentamiento personal entre dos de los fundadores del partido, ni tiene como ámbito exclusivo la Comunidad de Madrid. Las relaciones que ha creado la formación con otros partidos, tanto a nivel estatal, como en el caso de IU, como a nivel autonómico con distintas alianzas con fuerzas autonómicas o locales han acabado debilitando el liderazgo de Iglesias, pero también la autoridad de la formación morada para imponer su criterio. La confluencia con IU y los privilegios que Iglesias ha concedido a su líder, Alberto Garzón, ha despertado el malestar de muchos sectores del partido, que ven en ese poder creciente de una formación como IU, que sigue dominada por el Partido Comunista de España, una desviación de los principios fundacionales de Podemos. Aunque las bases de IU en Madrid apostaban por la confluencia con Errejón, Garzón ha mostrado sus reticencias a ese acuerdo, situándose siempre de parte de Iglesias. Lo ocurrido con Más Madrid dará origen sin duda a rebeliones similares en otros territorios por parte de los líderes de algunas de las formaciones con las que Podemos ha formado confluencias. En Galicia, la victoria sobre Carolina Bescansa de Antón Gómez-Reino, uno de los pocos líderes regionales que no firmó el llamado Documento de Toledo, garantiza a Iglesias el control de la formación. Pero eso no evita que el partido morado se vea atrapado en las luchas internas que se producen en las mareas, que rechazan cada vez con más fuerza la marca Podemos. El paso atrás dado por Iglesias tiene mucho que ver con esa debilidad y también con el hecho de que los dirigentes territoriales de Podemos cuestionaran su decisión de presentar una candidatura alternativa a Errejón. Temían que la división en Madrid tuviera efectos muy negativos en sus propias expectativas en las autonómicas y municipales de mayo. Ese levantamiento de los barones es la mejor muestra de que el modelo caudillista impuesto por Iglesias, apoyándose siempre en las bases, está tocando a su fin.