Del oasis catalán a la ciénaga política

ESPAÑA

Los candidatos de las elecciones de septiembre del 2015: Albio, Romeva, Espadaler, Rabell, Baños, Arrimadas e Iceta, en la escalinata del Parlament el día de reflexión
Los candidatos de las elecciones de septiembre del 2015: Albio, Romeva, Espadaler, Rabell, Baños, Arrimadas e Iceta, en la escalinata del Parlament el día de reflexión Alberto Estévez | efe

El fracaso del «procés», la tensión ERC-JpC y lo incierto del resultado crispan la campaña

09 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En Cataluña existe una hermosa tradición política. Tras el fragor de la campaña, los candidatos aparcan durante la jornada de reflexión sus diferencias políticas -y personales- y posan juntos ante los fotógrafos desbordando educación y buen humor, en una imagen que les garantiza la portada de los periódicos del día siguiente. Una costumbre que durante mucho tiempo se utilizó para diferenciar la ensoñación de aquel oasis catalán sosegado, civilizado y lleno de seny, de la política cavernaria y cainita que se perpetraba en España. Este año, de repetirse esa foto sería solo una farsa. Uno de los candidatos, Carles Puigdemont, ha decidido fugarse de la Cataluña que aspira a presidir y pasará la jornada de reflexión en Bélgica. Y otro, Junqueras, está -también voluntariamente, en realidad- en Estremera (Madrid), en prisión preventiva. Pero, más allá de las ausencias, la foto del seny sería un fake porque el fracaso del golpe secesionista y el incierto resultado han envilecido la refriega política hasta límites desconocidos.

El recurso al franquismo

El debate del jueves y la exhibición impúdica de odio antiespañol desplegada en Bruselas han servido de catalizadores de la crispación. Y no solo entre secesionistas y constitucionalistas. Ha bastado que la lista de Puigdemont se acerque en los sondeos a ERC para que comience el navajeo entre quienes hace dos meses compartían gobierno y grupo. Romeva, número tres de ERC, apuñala a Puigdemont y lo acusa de abandonar a su suerte a Junqueras. Mundó, nuevo hombre fuerte de los republicanos ante el colapso de Rovira, reprocha al expresidente que no convocara elecciones. Turull, el dóberman de Junts per Catalunya, le suelta a Iceta: «Mientras bailabas, a algunos nos estaban esposando». Y el exconsejero Toni Comín acusa vociferante a los no independentistas de ser «unos franquistas» y de estar «aterrorizados» frente a la justicia belga. ¡Y lo dice Comín, que huyó a Bruselas en cuanto supo que la Justicia española estaba tras él!

Tampoco ayuda a rebajar la crispación que el candidato del PP, Xavier García Albiol abra la campaña con un «a por ellos», ni la xenofobia y el machismo con los que se le niega desde todos los frentes a la candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas, la posibilidad de presidir la Generalitat, saque los votos que saque. La lógica política indica que los interesados en crispar las campañas son aquellos a quienes les va mal. Y no es extraño que por ahora sea ERC la que más grite.

Solo quedan tres de la foto

En esas condiciones, el oasis se ha transformado en ciénaga. Y la foto de los candidatos del seny de este año, si se hace, será una patraña. La de las últimas elecciones del 2015, que ilustra este artículo, es todo un tratado sobre lo que ha sucedido en Cataluña desde entonces. De aquellos siete candidatos, solo quedan tres: Iceta, Arrimadas y Albiol, lo que indica que el constitucionalismo sigue firme donde estaba y con el mismo discurso, mientras que el independentismo ha implosionado como consecuencia de su fracaso. El que fue número uno de Junts pel Sí como hombre de consenso entre ERC y el PDECat, Raül Romeva, carga ahora contra Puigdemont después de que la coalición haya saltado por los aires. Como también ha desaparecido Catalunya Sí que es Pot, y con él su candidato, Lluís Rabel, como consecuencia de las guerras internas de Podemos y la ambigüedad extrema de Colau. Ramón Espadaler, entonces candidato de Unió, se ha pasado al PSC tras el fiasco de su partido. Como quien compra cromos, Iceta le ha dado el número tres de su lista a cambio de los 100.000 votos que Espadaler dice llevar en su mochila. Y aún está por ver si al socialista le han timado. Antonio Baños, el séptimo candidato de aquella foto, no duró ni seis meses. Él quería investir a Artur Mas y el ala más ultra de la CUP lo liquidó por blando. Lo que ha llovido en solo dos años.