La casa del secesionismo se resquebraja

M. E. Alonso MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Toni Albir | EFE

La campaña de la CUP para el referendo provoca un nuevo rifirrafe con el PDeCAT y obliga una vez más a ERC a mediar para poner calma en el independentismo

12 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El edificio soberanista muestra cada vez más grietas. La pretendida unidad de acción entre la CUP y el PDeCAT ha saltado nuevamente por los aires y desde ambas formaciones no han disimulado sus profundas diferencias a lo largo de toda esta semana. Primero, con el enfrentamiento que ambos partidos mantienen por las acciones de la izquierda independentista contra el turismo en Barcelona. Después, con la decisión del Gobierno catalán de personarse ante el juez cuando se identifique a quienes asaltaron un autobús turístico en Barcelona a finales de julio. Y ahora, por el polémico cartel con la que los anticapitalistas piden el sí al referendo y en el que incluyen al líder del PDeCAT, Artur Mas, entre los personajes que aspiran a «barrer» de Cataluña si tras el referendo se proclama una república independiente.

La campaña ha crispado al partido de Carles Puigdemont, que no entiende que su socio de legislatura haya incluido a Mas en el mismo saco que a otros políticos acechados por la sombra de la corrupción. Desde la formación conservadora recuerdan que el líder de la antigua Convergència fue el primero en sacrificarse en aras del proceso soberanista. Mas aguantó la travesía del desierto, sacó las urnas el 9N, fue procesado, convocó unas elecciones que ganaron los independentistas y dio el famoso «paso al lado» para facilitar una legislatura que debía ser histórica. Y ahora la CUP trata de sacarlo del territorio a golpe de escoba, lamentan.

Una maltrecha relación entre dos formaciones antagónicas en todo, excepto en la defensa del referendo, que nunca ha terminado de cuajar y que convierte a Esquerra en árbitro de la política catalana. La formación de Oriol Junqueras tendrá que mediar entre sus socios de gobierno para calmar las aguas y aparcar los recelos existentes en la recta final hacia el 1-O. Una mediación en la que jugará un papel clave el propio Oriol Junqueras, indiscutible hombre fuerte de la Generalitat.

Recelos

Tras la última remodelación del Gobierno acometida este julio por Puigdemont, el vicepresidente salió reforzado con nuevas atribuciones. Bajo su mando están ahora las consejerías implicadas directamente en la consulta después de que la CUP y un sector de su propio partido expusiesen sus dudas a que el PDeCAT tuviese los arrestos necesarios para llegar hasta el final del proceso. Temen que le tiemble el pulso ante la amenaza del Estado y que algunos cargos prefieran poner a salvo su patrimonio económico, de manera que el referendo no tenga lugar o se transforme en una votación descafeinada sin efectos jurídicos.

En cada paso, unos y otros se han mirado de reojo y no han sido pocas las ocasiones en las que la CUP ha lamentado el tener que arrastrar a sus socios por el camino soberanista. Pero con la cuenta atrás ya en marcha para el 1 de octubre, la entente está obligada a mantenerse unida frente al Gobierno de Mariano Rajoy, que va a imponer todo tipo de diques de contención para que no se celebre la consulta. Aunque será difícil que se vuelva a repetir nuevamente la imagen de fuerza que el bloque soberanista dio el pasado 3 de agosto cuando anunció la fecha de la campaña del referendo con ERC, PDeCAT y la CUP subidos en el mismo escenario. Nadie espera ahora que los anticapitalistas y los de centroderecha aparezcan juntos en algún acto en la recta final de la carrera independentista.

La CUP ya anunció que compaginará la campaña de Autodeterminación, desobediencia, Países Catalanes: barrámoslos, que comparte con las organizaciones juveniles Arran, Endavant y el SEPC, con la que inició en junio para el sí al referendo bajo el lema Vivir quiere decir tomar partido.

La ley de referendo no se incluye por ahora en el orden del día del próximo pleno

La presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell, convocó ayer una reunión de la Mesa de la Cámara para el próximo miércoles con un orden del día en el que, al menos de momento, no figura la proposición de ley del referendo presentada por los secesionistas a principios de mes. No obstante, el orden del día de la primera sesión plenaria tras las vacaciones estivales puede ser modificado en esa reunión preparatoria o incluso sobre la marcha en el propio pleno, a propuesta de dos grupos parlamentarios. Este es el mecanismo defendido ayer por la diputada de la CUP Eulàlia Reguant para burlar la suspensión del Tribunal Constitucional de la reforma del reglamento de la Cámara. La decisión del tribunal no afecta al artículo que se quiere aplicar, el 72.