Un giro forzado por la debilidad del líder de Podemos

g. b. MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

16 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque Pablo Iglesias lo niegue, la decisión de que Podemos entre en el Gobierno de Castilla-La Mancha solo se puede explicar como un movimiento inspirado por él mismo con vistas a una estrategia nacional de negociación con el PSOE. El fracaso total de la moción de censura presentada contra Mariano Rajoy, no solo en la votación, sino también en la intención de debilitar al PSOE, dejó a Iglesias muy descolocado en el tablero político y fortaleció a Pedro Sánchez, que asumió a partir de ese momento toda la iniciativa política de la izquierda. La necesidad de recuperar el protagonismo y de reforzar su propio liderazgo interno en Podemos es lo que llevó a Iglesias al giro que supuso ofrecer a Sánchez un rápido acuerdo para plantear una nueva moción de censura contra Rajoy. Pero el líder socialista, aunque desea ese acuerdo, no tiene prisa, porque no quiere repetir errores y precipitaciones del pasado, y porque tampoco se fía de la sinceridad de la voluntad de pacto de Iglesias. La entrada en el Gobierno de Castilla-La Mancha es una manera de forzar a Sánchez a acelerar ese proceso de acercamiento y demostrar que, esta vez sí, su voluntad de acuerdo con el PSOE es real. 

Iglesias consigue así también retomar la iniciativa en su propio partido y en sus confluencias en un momento en el que su liderazgo interno está más cuestionado que nunca, tanto desde Cataluña, en donde Podem desafía su llamada a no participar en el referendo de independencia, como desde Galicia, donde Xosé Manuel Beiras también cuestiona su estrategia, y asimismo desde Andalucía, donde Teresa Rodríguez, adscrita al sector anticapitalista crítico con Iglesias, ha rechazado explícitamente el pacto en Castilla-La Mancha.