La compleja tarea de resucitar al PSOE

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Fernando Villar | EFE

Recuperar la confianza mayoritaria de los ciudadanos será mucho más difícil que curar las heridas

03 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El PSOE, un partido con una larga trayectoria de enfrentamientos internos, vivió el sábado la que probablemente sea la crisis más grave de su historia, que sitúa al borde la escisión a la única formación política del arco parlamentario que ha mantenido inalteradas sus siglas desde el comienzo de la democracia. Las heridas del caótico comité federal, en el que todas las partes perdieron los papeles con ataques personales, serán muy difíciles de curar. Pero mucho más difícil será que, después del espectáculo ofrecido, los socialistas recuperen la confianza mayoritaria de los ciudadanos que les llevó a ser la fuerza hegemónica de la izquierda en España y gobernar durante más de 22 años.

Perspectiva inmediata

El PSOE no puede gobernar. Las posibilidades de que el PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, alcanzara un acuerdo que le permitiera gobernar y evitar unas terceras elecciones, eran escasas hasta el sábado. Pero, desde hoy, esas posibilidades son nulas. Ninguna fuerza política, ni Ciudadanos, ni Podemos, ni nadie, podría firmar en estos momentos pacto alguno con un partido escindido de facto y que, por tanto, no puede ofrecer ninguna seguridad, ni jurídica, ni política, ni económica, a ningún interlocutor.

Investidura o elecciones

Abstenerse, la mejor opción. En estas condiciones, para el PSOE dejar gobernar a Rajoy es malo, pero ir a unas elecciones es peor. El problema es quién asume ahora la responsabilidad de facilitar que Rajoy siga en la Moncloa. Pero mantener el bloqueo y conducir a España a unas terceras elecciones generales sería un suicidio político para los socialistas. Enfrentarse a las urnas a en dos meses y medio, sin que las cicatrices de este gravísimo conflicto interno hayan sanado, implicaría una pérdida dramática de votos para el PSOE, dado que tanto los militantes como los votantes que apoyaban a Pedro Sánchez difícilmente apoyarían una candidatura encabezada por un miembro del sector rival.

El liderazgo

Pedro Sánchez no, ni Susana Díaz, tampoco. El descontrol absoluto en el que se desarrollo el comité federal deja el conflicto de fondo sin resolver, pero, sobre todo, ha desvirtuado completamente lo que parecía un enfrentamiento político entre Pedro Sánchez y Susana Díaz. Después de un debate tan descarnado como el del sábado, el PSOE está abocado a una profunda renovación de liderazgo, sea cual sea el resultado de este conflicto a corto plazo. Y resulta ya prácticamente imposible que ese nuevo proyecto esté encabezado a medio plazo por Susana Díaz u otro de los críticos más señalados. Esa opción supondría dejar abierta la terrible herida abierta, con medio partido enfrentado al otro medio.

El discurso

Diferenciarse del PP y de Podemos. El problema para el PSOE es que, así como de otras grandes crisis internas el partido ha salido catapultado políticamente, como ocurrió cuando Felipe González forzó a los socialistas a renunciar al marxismo, esta es una crisis en la que ningún bando defendía un discurso político claro y de peso, por lo que difícilmente la victoria del sector crítico servirá para impulsar al partido. Más bien al revés, el PSOE se enfrenta a la necesidad de construir un discurso nuevo, capaz de diferenciarse por igual del PP y de Podemos y sin abandonar la socialdemocracia. Algo que, por el momento, no han conseguido, con el resultado que se vio el sábado.

Los beneficiados

PP y Podemos. En principio, los grandes beneficiados de la situación de fractura y práctica escisión del PSOE serían el PP y Podemos. Los populares, porque en caso de abstención se asegurarían el Gobierno frente a un partido en ruinas. Y, en caso de elecciones, aumentarían con toda probabilidad su ventaja sobre el PSOE, acercándose a la mayoría absoluta con Ciudadanos. Pero si el PP solo se beneficiaría en términos electorales y de Gobierno, es decir, coyunturales, mucho más grave sería para los socialistas que ante la magnitud de su crisis una parte de sus bases emigrara hacia Unidos Podemos como única fuerza que garantiza la aplicación de políticas progresistas en caso de gobernar. Algo que daría a los de Pablo Iglesias el liderazgo de la oposición y les situaría en situación de consolidarse como primera fuera de la izquierda, con el consiguiente peligro de pasokización del PSOE, es decir, de llegar a convertirse en un partido irrelevante.