Primeras secuelas del soberanismo

Beatriz Pérez BARCELONA / E. LA VOZ

ESPAÑA

Unió y Convergència competirán en las urnas a partir de ahora y por primera vez por el catalanismo conservador y de centro

18 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras 37 años de matrimonio -con sus correspondientes escollos-, CiU se divorcia. Y lo hace en un momento complejo: a apenas 100 días de las elecciones plebiscitarias del 27 de septiembre y con las encuestas en su contra, prediciéndole entre 30 y 35 escaños después de haber bajado de los 62 a los 50 en las elecciones anticipadas del 2012. Se desconoce la cifra de votos que Unió Democràtica (UDC) arrastra tras de sí (esta es una de las grandes incógnitas de la política catalana), pero se sabe, sin embargo, que con ella se iría una importante parte del catalanismo conservador de centroderecha que jugó un papel básico para las mayorías absolutas del pujolismo en los ochenta y noventa.

Con la salida de los tres consejeros unionistas del Gobierno catalán (favorables a supeditar el plan secesionista al diálogo con el Estado y a la no salida de la UE), no se sabe aún qué pasará con CiU. Tanto estos como los críticos con Unió (el sector que aboga por la declaración unilateral de independencia) aseguran que la ruptura solo es parcial y que, por tanto, la federación nacionalista no desaparece.

Pero lo que es innegable es que, a partir de ahora, Convergència Democràtica (CDC) y al menos una parte de Unió competirán por primera vez en el espacio electoral del catalanismo conservador y centrista. Es muy probable que Unió se presente a las elecciones del 27S con una lista propia, decidida a conseguir un mayor autogobierno para Cataluña, pero contraria, eso sí, a enrocarse en un conflicto prolongado con el Estado temerosa de las consecuencias negativas que esto tendría para la economía.

Esta sería, sin duda, otra mala noticia para Artur Mas, que incapaz de convencer a UDC, su aliado permanente, pierde progresivamente votos hacia ERC, la marca independentista por excelencia. ¿Cómo se entiende entonces esa «casa grande del catalanismo» a la que aludía el presidente en el 2004 cuando el tripartito formó Gobierno? El mismo que en el 2012 pidió una mayoría excepcional para llevar a Cataluña a su «plenitud nacional» atisba ahora la posibilidad de que, en caso de que Unió logre una relativa presencia en el Parlamento catalán, crezca la fragmentación política y, con ella, la dificultad para conseguir esas mayorías estables tan anheladas.

Pese a que se desconoce su peso electoral, la salida de la cúpula de Unió de CiU afectaría sin duda al resto de partidos. Según una encuesta del 2014, un 13 % de quienes en el 2012 votaron a Sánchez-Camacho apoyarían a Unió si esta se separase de CDC. Sucedía lo mismo con un 7 % de los electores de Ciudadanos y con un 3,1 % de los socialistas.

Frente a la posible de Unió, CDC presentará la «lista del presidente», esto es, una mezcla de convergentes e independentistas que opten por Mas y no por Junqueras. Podría ser la ganadora. La cuestión es si con una mayoría lo suficientemente clara que plasme la posición a favor de la independencia. Y todo esto en un escenario en que Ciudadanos y Podemos ganan espacio.