Ana Mato, la mujer que no sabía nada

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Atlas TV

Salpicada por la Gürtel, criticada por su gestión, relevada en la crisis del ébola

27 nov 2014 . Actualizado a las 14:12 h.

Ana Mato siempre ha argumentado que no sabía nada de los negocios ni de dónde provenía el dinero de su marido Jesús Sepúlveda, que llevaba un elevado tren de vida, lo que al parecer nunca le extrañó. Cuando en el 2009 se supo que la trama Gürtel regaló un Jaguar a su cónyuge, que estaba en el garaje de su casa familiar, y se le preguntó por ello contestó con el famoso «no me consta nada» y remitió a este para que diera explicaciones. Para cimentar esa teoría del desconocimiento dijo que desde el 2000 estaban separados, aunque no divorciados, pero mantenían las apariencias, hasta el punto de que asistieron juntos a la célebre boda de la hija de José María Aznar en el 2002.

Además de esa línea de defensa negó rotundamente que ella recibiera regalos de la red corrupta. «A mí nadie me ha regalado nunca nada, todo lo que tengo es fruto de mi trabajo y mi esfuerzo», decía hace cinco años. «Todos los gastos familiares que me corresponden siempre han sido abonados por mí», señalaba en el 2013. «No existe ni ahora ni antes ningún informe sobre mi persona en el que se me atribuya ni una acción ni una conducta que pudiera ser objeto de ningún reproche ni político ni jurídico ni social», aseguraba en junio del 2014.

Regalos a su nombre

Ahora, el juez Ruz la considera «partícipe a título lucrativo» de los delitos cometidos por Sepúlveda, porque disfrutó y se benefició de los regalos, que enumera en una larga relación. Viajes, hoteles, celebración de eventos familiares como dos cumpleaños con payasos o la comunión de una de sus hijas. Y algunos, como los obsequios de la marca de lujo Louis Vuitton por valor de más de 600 euros, a su nombre. En una entrevista a través de cuestionario, sin posibilidad de réplica, dijo que ni los conservaba ni recordaba haberlos recibido.

Tras su aparición por sorpresa en el auto de Ruz, su situación era insostenible y ha acabado dimitiendo. Resultaba impensable que Mariano Rajoy compareciera hoy en el Congreso para defender sus medidas anticorrupción con su ministra sentada en el banco azul.

El presidente del Gobierno tiene un gran aprecio personal por Mato y quiso premiar su lealtad, nombrándola ministra de Sanidad cuando ya se conocían los regalos que recibió el matrimonio de la trama dirigida por Francisco Correa, y siempre la ha defendido, expresándola su «absoluta confianza». Hasta ayer, que la hizo caer.

En el punto de mira

Desde que tomó posesión, Mato ha estado en el punto de mira por su implicación en el caso Gürtel. Tras su gestión del caso del primer contagio del ébola, Mato estaba muy tocada, abrasada políticamente. Su aparición en la rueda de prensa cuando se supo que Teresa Romero estaba contagiada fue calamitosa, parapetada detrás de los técnicos y expertos. Una muestra más de las escasas dotes comunicativas de una ministra que concede muy pocas entrevistas, es alérgica a los medios, acostumbra repetir respuestas que lleva preparadas y siempre duda ante las preguntas incómodas. Rajoy se vio obligado a desplazarla y poner al frente de todo el operativo a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que puso orden en el caos y el desconcierto

Pero su labor al frente del Ministerio de Sanidad, al margen de este caso, caracterizada por los recortes, también ha sido muy criticada y ha provocado grandes manifestaciones de protestas en las calles, sobre todo por medidas como la retirada de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes o los copagos. Hasta el punto de que era la ministra peor valorada (1,78 en el último barómetro del CIS), solo por delante del titular de Educación, José Ignacio Wert.

Mato fue la abanderada del Código de Buenas Prácticas del PP, que presentó en diciembre del 2009, que dijo significaba «un compromiso de autoexigencia y de autorresponsabilidad con los ciudadanos españoles que reclaman que los partidos políticos sean vanguardistas y no miren para otro lado cuando se dan conductas inadecuadas, sino que pongan soluciones a los posibles problemas que se le puedan plantear». El código ético hacía especial hincapié en la aceptación de regalos, como resaltó Mato en aquella ocasión. «Se incluye la prohibición de aceptar cualesquiera regalos, atenciones o liberalidades que no respondan, por su importe o causa, a los usos y costumbres sociales», destacó entonces la dirigente popular.

«Cacería política»

Mato no se ha cansado de repetir que todas las acusaciones que se le han hecho eran «infamias» y «calumnias» y que ha sido víctima de una «cacería política» a cuenta de las actividades de su marido. En el comunicado en el que ayer por la tarde anunciaba su dimisión reiteraba su inocencia, pero decía que se iba para no perjudicar a Rajoy. Antes, desde su ministerio aseguraban que no pensaba dimitir porque no estaba acusada de cometer ningún delito. Pero las presiones hicieron efecto. El presidente no podía permitir que siguiera.