Un mal guion de serie B

ESPAÑA

27 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Como en una mala película de serie B, se sabe de antemano cada uno de los pasos que nos llevarán a un desenlace evidente. Y, sin embargo, nadie hace el más mínimo esfuerzo por cambiar el curso de una historia que, de seguir su curso actual, acabará mal. Y acabará mal para todos, porque incluso los aparentes vencederos, si los hubiera, sufrirán tantos daños que no merecerá la pena su pírrica victoria. Artur Mas y su gente siguen erre que erre en público con su letanía de que habrá votación mientras en privado se preparan justo para lo contrario.

La cúpula de Convergència sabe perfectamente cuál será la evolución de los acontecimientos a partir de ahora. Y en lugar de iniciar una sensata retirada y buscar alternativas viables, como, por ejemplo, sus socios de Unió, hace justo lo contrario, que es echar más leña al fuego y seguir alimentando una ilusión imposible. Se comprende que con un único objetivo: el de obtener el máximo rédito político de la situación. Su idea es que cada paso hacia una consulta inviable refuerza el imaginario de un pueblo que solo quiere decidir libre y pacíficamente su futuro frente a la opresión de un ogro, España, que desde su furor antidemocrático le impide hablar.

Lo peor de esta demagogia populista es que está azuzando un victimismo que puede acabar convertido en una ola de frustración que se lleve por delante la convivencia, entre Cataluña y el resto de España y entre los propios catalanes entre sí. Y, sin llegar a tanto, Artur Mas sabe, o debería saber, que cuanto más engorde esa bola mayor será la avalancha que se lo lleve por delante. Porque el gran beneficiado de esta deriva absurda no es Convergència, sino ERC. Así que no puede esperar las más mínima comprensión ni apoyo de sus socios de aventura, que no tendrán reparo alguno en dejar que se inmole solo. En su quijotismo soberanista, Mas no tiene ni un Sancho que lo acompañe. Aunque pueda surgir sorpresivamente algún émulo como el dirigente de Podemos que invita a la desobediencia civil. Es lo que faltaba en esta ensalada de despropósitos. Habla de ley injusta. ¿Cuál? ¿La Constitución, que fue aprobada con un 87,87 % de votos a favor en España y un 90, 46 % en Cataluña? No hay democracia sin normas, porque saltarse las leyes según le convenga a uno es cualquier cosa menos democrático. Porque la votación no puede convertirse en un tótem. Democracia es, en esencia, el respeto a la voluntad ciudadana expresada de múltiples formas y según las reglas. Porque con Franco, como ahora en algunos países, también se votaba. Pero no son democracias.