La soledad de Esperanza Aguirre, el verso suelto del PP

M. C. C. REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

El incidente de tráfico protagonizado por la presidenta del PP madrileño le ha servido para comprobar el nulo apoyo que tiene en la cúpula de su partido

07 abr 2014 . Actualizado a las 14:44 h.

El incidente de tráfico que protagonizó el jueves Esperanza Aguirre, que derivó en una denuncia por desobediencia a la autoridad, solo le está dando quebraderos de cabeza a la que fuera presidenta de la comunidad madrileña. Al evidente deterioro que sufre su imagen pública -por la forma en que trató a los agentes de movilidad, con persecución incluida de la Policía Local por las calles de Madrid- hay que añadir la falta de apoyos que, salvo en contados casos, constató que tiene en el PP.

La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, fue la primera en estrenar el discurso oficial y recordarle que «la ley es igual para todos», una evidencia que incluía una carga de profundidad para Aguirre, uno de los nombres que se barajan como futura candidata para sustituir a la esposa de Aznar, cuestionada por su gestión en el municipio. Se estaba quedando sola y supo en ese momento que no habría muestras de comprensión desde la dirección nacional del partido, controlada por Rajoy.

Aguirre intentó justificar su actuación por todos los medios posibles, pero siguió sin encontrar apoyo cuando Botella le recordó que sus agentes «tienen presunción de veracidad». El mensaje estaba claro y así lo recordaron ese mismo día dos destacados dirigentes populares. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, no rehuyó la pregunta en la rueda de prensa del viernes posterior al Consejo de Ministros, se apuntó a la tesis esbozada por Botella, e incluso fue más allá: «Habrá que esclarecer hechos y responsabilidades», dijo. Tampoco Aguirre escuchó palabras amigas del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, quien le recordó que los responsables públicos son los primeros que tienen que dar ejemplo.

Esperanza Aguirre, que siempre fue un verso suelto en el PP y todavía más desde que abandonó voluntariamente la presidencia de Madrid, estaba sola. Incluso sus apoyos más fieles, como Ignacio González, que quiere ser candidato a la comunidad en el 2015, tampoco hicieron una encendida defensa de Aguirre. Solo en Nuevas Generaciones del PP madrileño y en el alcalde de Alcorcón, David Pérez, quien consideró que se estaba linchando a Aguirre por «ser quien es», encontró la política algo de cariño. Incluso partidos como el PSOE y UPyD compraron la idea de «la ley es igual para todos», cuando sus portavoces fueron interpelados para valorar los hechos, aunque luego se cargasen las tintas y se llegase a pedir la dimisión de Aguirre de sus cargos en el PP, como exigió Izquierda Unida.

«Parodia de sí misma»

Por si no lo hubiera escuchado suficientemente, ayer Tomás Gómez, secretario general de los socialistas madrileños, le volvió a recordar a Aguirre lo de «la ley es igual para todos», pero introdujo más matices para cargar contra la expresidenta de la comunidad, a la que acusó de prepotente: «Hay algunas personas que se creen que están por encima de la ley», dijo. «Cualquier otro ciudadano que se hubiese dado a la fuga probablemente habría acabado durmiendo en otro sitio que no fuese su casa», sentenció.

El político madrileño también cree que la presidenta del PP madrileña «se ha quedado muy sola», ya que desde su propio partido han «censurado» cómo se comportó con los agentes de tráfico. Gómez también se mostró sorprendido por las «dieciocho versiones» sobre lo sucedido que dijo escuchar de boca de Aguirre, algo que, a juicio del líder de los socialistas madrileños, han convertido a la expresidenta de la Comunidad de Madrid en una «parodia» de sí misma.