Del esplendor al crepúsculo

mercedes lodeiro REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

La hija menor del rey pasó de despertar simpatía por su independencia y sencillez a ser condenada en la calle

09 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia (1965) ha pasado de ser la hija moderna e independiente del rey Juan Carlos, la deportista, la primera licenciada de la Casa Real española -cursó Ciencias Políticas en la Complutense-, culta, políglota, la infanta de la calle, la más parecida a los que carecemos de sangre azul y trabajamos para comer, a ser la oveja negra. La opinión pública ha sustituido al juez Castro y ya emitió su veredicto: culpable e irresponsable.

El deterioro de su imagen comenzó en 1996 en círculos pequeños. Fue cuando conoció a Iñaki Urdangarin en los Juegos Olímpicos de Atlanta. ¿Quién es ese rubio?, dicen que preguntó. Se encaprichó del jugador de balonmano del Barcelona y provocó que Txiki, como le llamaban los amigos, dejase a su novia de años, Carmen Camí. Quien los presentó fue otro jugador de élite de la selección española de waterpolo, Jesús Rollán.

Desde el anuncio de compromiso en 1997 todo comenzó a irle bien a él, pero ¿y a ella? Del universitario con buena planta se aireó que tenía un restaurante en Barcelona, y poco más; que ella lo animó a terminar la carrera y a hacer un máster en Esade, donde conoció al luego famoso profesor Diego Torres. Como las llamas con el viento, se propagó la relación de medallas que había conseguido con su equipo. En fin, que no estaba educado por casa real alguna, pero que era un chico para admirar y hacerse querer. Claro que tras conocerse el noviazgo con la infanta, Urdangarin pasó a ser titular indiscutible en el equipo en detrimento de un compañero al que se le dio por respuesta «esto es lo que hay» y se quedó en el banquillo. Urdangarin llegó a vicepresidente del Comité Olímpico Español. Su compañero dejó el Barcelona.

Desde la boda el 4 de octubre de 1997 entre la infanta del siglo XX y un deportista de élite, en la catedral de Barcelona -que algunos interpretaron como un guiño a esa autonomía-, hasta la llamada del juez Castro han pasado años de cuento de hadas. Como duquesa de Palma, ha dado a luz cuatro hijos, ha seguido trabajando en La Caixa y cumpliendo con compromisos propios de su cuna. Una mujer moderna que se labró un futuro en la cosmopolita Barcelona al margen de la señorial Madrid.

Pero la relación de su consorte con Diego Torres y su entrada en el mundo de los negocios dieron un giro de 180 grados a su vida. El deportista medró en ambición y, bajo el paraguas protector de la Zarzuela, se enredó en asuntos que le generaban generosos ingresos, pero turbios. De un decente piso saltaron a la adquisición de una casa en el cotizado barrio barcelonés de Pedralbes. Nueve millones de euros con la reforma. Los gastos dejaron de cuadrar con los ingresos.

La burbuja del ducado

Cuando en el 2005 estaba reciente la creación del Instituto Nóos, nació la pequeña Irene, y el duque bromeó con sus apuros para llegar a fin de mes. Un año más tarde y por sugerencia de la Zarzuela la familia aparentemente se aparta del Instituto, pero no del todo hasta al menos el 2008. Está a punto de estallar la burbuja del ducado, y en el 2009 la pareja se lleva a sus hijos a EE.?UU. Él, fichado por Telefónica. Ella, como ama de casa. Están unidos, pero ya solo la reina los visita. Son como los parias de la familia real, cuanto más lejos menos se dañará a la monarquía.

Torres, ahora ya enemigo, tras la imputación de su mujer, tirando de correos, provocó la de la infanta después de la de Urdangarin en el 2011. Es difícil pensar que Cristina, como vocal de Nóos y copropietaria de Aizoon, ignorase las actividades de su marido siendo ella ilustrada y poseyendo un secretario personal, Carlos García Revenga, por cierto también imputado, y cuyo papel y cargo han quedado en entredicho.

En septiembre del 2012, la duquesa y su familia vuelven a España. Seis meses después, es imputada y desimputada. En septiembre, se incorporó a La Caixa en Suiza. Y sigue siendo infanta, aunque algunas actuaciones chirrían con su responsabilidad y respeto a la Corona.

cristina de borbón infanta de españa y duquesa de palma

4-10-1997

Enlace matrimonial

La infanta Cristina contrae matrimonio con Iñaki Urdangarin en Barcelona. El rey les otorga el título de duques de Palma

3-4-2013

La primera imputación

La imputación por el juez es levantada por la Audiencia de Palma, e indica la puerta del delito fiscal o blanqueo de capitales