Dos hombres y un problema

JULIO Á. FARIÑAS REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Sus discrepancias sobre la conveniencia o no de oír como imputada a la infanta rompieron un tándem de seis años

09 feb 2014 . Actualizado a las 06:00 h.

José Castro Aragón, cordobés hijo de agricultores, llegó hace casi 30 años a Palma de Mallorca como juez, después de casi una década de rodaje por distintos juzgados peninsulares y de haber trabajado antes como funcionario de prisiones. En menos de dos años cumplirá los setenta y todo apunta a que se jubilará.

Siguiendo la pista de las fechorías delictivas del exministro de Medio Ambiente y expresidente balear Jaume Matas, llegó a las cloacas de algunos inquilinos de la Casa Real, e hizo correr ríos de tinta en los que se pueden encontrar epítetos poco habituales como «inexorable, discreto, valiente, equitativo, austero, estricto, honesto, con fe ciega en la Justicia y con una inmensa capacidad de trabajo».

Decisión meditada

Tras haber imputado el 29 de diciembre del 2011 al yerno del rey, toda la artillería mediática se centró en su esposa, la hija menor del monarca. Cuando hace casi un año, después de mucho pensárselo y de haber desoído varias peticiones en el mismo sentido, tuvo claro que doña Cristina Federica de Borbón y Grecia debía ser escuchada en sede judicial sobre su participación y/o conocimiento de los negocios presuntamente delictivos de su marido, decidió citarla para que, como una ciudadana más, declarase como imputada, por tanto, asistida de abogado y liberada de la obligación legal de decir la verdad, que le hubiese impuesto su declaración como simple testigo. Ante tan osada pretensión topó con todo el aparato del Estado, emperrado en evitar a la realeza semejante trance, sin escatimar en medios.

De haber declarado voluntariamente en un primer momento, es más que probable que hoy nadie se acordaría de ella más que para reconocerle el mérito de haberse comportado como una ciudadana ejemplar que se vio salpicada por la ambición desmedida de su marido.

Pero los estrategas de palacio no estuvieron a la alturas, todas las maniobras para buscarle el talón de Aquiles al osado juez resultaron un estrepitoso fracaso y para lo único que han servido es para que las pesquisas judiciales se dirigiesen a la búsqueda de los indicios de presuntos delitos fiscales y/o blanqueo de capitales, lo que no ha dejado en muy buen lugar la imagen de la infanta que supuestamente se pretendía proteger.

Horrach, ¿héroe o villano?

Pedro Horrach Arrom, mallorquín, 48 años, de buena familia, fiscal anticorrupción de Palma desde finales del 2006, saltó a los medios de comunicación a raíz del caso Andraitx, en el que consiguió una condena de cuatro años de cárcel para un exalcalde del PP, por cohecho pasivo. Trabajó codo con codo con José Castro en el caso Palma Arena y puso contra las cuerdas al expresidente balear y exministro con Aznar Jaume Matas. Además, ha trabajado en multitud de las causas abiertas a Unió Mallorquina, uno de los partidos políticos más corruptos de España.

Su proyección mediática a nivel nacional e incluso internacional saltó como fiscal del caso Nóos, en el que no le dolieron prendas a la hora de pedir la imputación de Urdangarin.

Pero su posición viró radicalmente cuando se empezó a plantear la imputación de la duquesa de Palma. El tándem Horrach-Castro funcionó a la perfección hasta que en abril del año pasado el segundo citó como imputada a Cristina. La brecha entre ambos no ha dejado de crecer. No se niegan el saludo, pero se acabaron los cafés y las risas compartidas en las terrazas de la plaza de los Patines, de Palma, a escasos metros de los juzgados.

Los expertos más solventes en el caso Nóos-Urdangarin-infanta aseguran que la ruptura entre ambos se consumó el pasado 13 de noviembre cuando el fiscal se presentó por sorpresa en el despacho del juez y con gesto serio le entregó 27 hojas sin demasiados preámbulos. El magistrado no podía creer que su examigo del alma, el compañero con el que nunca había tenido secretos y con el que antaño pactaba con precisión milimétrica cada movimiento procesal, se desmarcara ahora con un inopinado informe dirigido a socavar su intención de forzar el paseíllo de la hija del rey hacia los juzgados para declarar como imputada.

Pedro Horrach pasó de ser vitoreado por las calles a ser acusado de actuar como el «tercer abogado defensor de la infanta».

El reparto de papeles

La decisión del juez ponía al fiscal al pie de los caballos de la opinión pública, pues trasladaba la imagen de que este se plegaba a las órdenes de sus superiores y, en último término, del Gobierno para exculpar a la infanta.

Esta puede ser una de las claves para entender la postura de Horrach Arrom. Lo que resulta menos comprensible en toda esta historia son las formas utilizadas por el fiscal en sus escritos de respuesta a las decisiones del juez. Llegó a insinuar que Castro imputaba a la infanta «por ser quien es», y que solo se basaba en «meras elucubraciones, rumorología y pura ficción», lo que no deja de ser una velada acusación de prevaricación. El magistrado respondió con un escueto: «Se están perdiendo las formas».

JOSÉ CASTRO Y PEDRO HORRACH, EL JUEZ Y EL FISCAL DEL CASO NóOS

QUIÉN ES QUIÉN

PEDRO HORRACH ARROM

FISCAL

Se le considera una persona muy reflexiva que estudia los asuntos y que solo actúa cuando está plenamente convencido. En diciembre se explayó sobre el caso en una revista.

JOSÉ CASTRO ARAGÓN

JUEZ

Tiene fama de valiente, honesto, discreto. Está empeñado en hacer realidad eso de que todos somos iguales ante la ley. Nunca concedió una entrevista, solo habla por autos y sentencias y evita ser farragoso.

Horrach pasó de recibir vítores a ser acusado de parecer abogado de la infanta