Del café para todos al café para nadie

La Voz

ESPAÑA

Ahora es tiempo de ser selectivos en los recortes, sobre todo cuando ya se anuncia una segunda ronda de la reforma laboral. Está demostrado que aplicar tijera de forma lineal, aunque pueda parecer más justo, acaba por podar aquellos brotes profesionales que son decisivos para crear riqueza

24 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ese es el riesgo que corre España cuando comienza a percibirse la esperanza de salir de la crisis: pasar del café para todos al café para nadie. La impactante frase se la escuchamos al rector Salustiano Mato, de la Universidad de Vigo, al comentar las dificultades administrativas de las instituciones educativas para encontrar por su cuenta fondos en la sociedad; o los problemas para retener el talento que se genera aquí y que con frecuencia acaba fichado por centros de investigación alemanes o británicos; o lo discutible que resulta que los recortes por problemas presupuestarios deban ser aplicados de forma lineal sin permitir discrecionalidad a quienes gobiernan las instituciones en momentos tan difíciles, justamente para conservar a los mejores.

Tiene razón. Hacienda vigila los presupuestos, pero siempre con atención casi exclusiva a la asignación de gastos, lo cual está bien, pero debiera compaginarse con flexibilidad para innovar, por ejemplo, en la consecución de fondos procedentes de la colaboración con la empresa privada. Algo se ha avanzado, en unas universidades más que en otras, pero estamos lejísimos todavía de lo que sucede en otros países. Quizás la imagen que más me impactó hace un par de décadas, cuando tuve el privilegio de que Manuel Castells me mostrara el Silicon Valley y algunas universidades californianas, fue comprobar la distancia mínima entre aulas y empresas. Solo una calle separaba la Universidad de Stanford de Hewlett Packard, empresa creada por dos ex estudiantes de ingeniería de aquella institución. A la universidad y a la industria española no la separa la anchura de una calle sino su longitud, y siempre la calle más larga.

Es un grave problema de enfoque estratégico. José Luis Leal, ex presidente de la Asociación Española de la Banca, sostiene que si se compara la inversión por estudiante en las universidades públicas europeas, las españolas no están a la cola. No es, por tanto, un problema de recursos sino de orientación a la empleabilidad. De nuevo la distancia de una calle en sentido longitudinal entre lo que se enseña y lo que requiere la empresa. Buena parte de los profesores no han trabajado nunca en aquello que enseñan. Claro que hay excepciones: por ejemplo, la medicina, vinculada en bastantes universidades a un hospital, con posibilidad real de prácticas. Que haya tantos médicos españoles dirigiendo hospitales y centros de investigación en Estados Unidos es prueba de que aquí los médicos se forman muy bien. De Valentín Fuster a Luis Rojas Marcos; de Baselga, especialista en cáncer de mama, a Miguel Cabanelas de la Clínica Mayo, en Rochester, que acaba de operar al rey. Y podríamos hablar de los ingenieros.

La crisis empuja a reconsiderarlo casi todo. Aunque resulte duro decirlo, en bastantes aspectos ha servido para quitar grasa, resolver ineficiencias y cortar despilfarros. Hubiese sido deseable comenzar a combatirla antes, como denuncia, aunque demasiado tarde, el exvicepresidente Pedro Solbes. Seguramente no hubiera exterminado tantos puestos de trabajo. Solbes lo advirtió pero Zapatero no quiso escuchar. Zapatero no estaba en la economía sino en el márketing y, cuando la crisis estalló de forma virulenta no tenía solvencia para afrontar una recesión. Repartir es fácil; gastar sin medida y a crédito lo puede hacer cualquiera. Dirigir un país con dificultades exige otros perfiles y otras actitudes.

Ahora es tiempo de ser selectivos en los recortes, sobre todo cuando ya se anuncia una segunda ronda de la reforma laboral. Está demostrado que aplicar tijera de forma lineal, aunque pueda parecer más justo, acaba por podar aquellos brotes profesionales que son decisivos para crear riqueza. No todos los puestos en una empresa son tan trascendentales. En la universidad, en la investigación y en la Administración sucede lo mismo. Atentos: no vayamos a terminar en el café para nadie.