Una decisión muy justificada, pero que llegó demasiado tarde

G. B. MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

30 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El auto por el que los tres jueces de la Audiencia Nacional rechazan la puesta en libertad de Luis Bárcenas contiene argumentos impecables que justifican «sobradamente», como ellos mismos afirman, el mantenimiento de la prisión provisional para el extesorero del PP. Es evidente que alguien que ha acumulado más de 48 millones de euros en Suiza sin una justificación clara tiene recursos y motivos para intentar fugarse. Lo que no se entiende muy bien es por qué se tardó tanto tiempo en adoptar esa medida de prisión para el extesorero popular. Las sospechas sobre el comportamiento delictivo del imputado vienen de muy lejos. Pero, desde el pasado 16 de enero, cuando una comisión rogatoria remitida por la justicia suiza confirmó al juez Ruz que Bárcenas tenía cuatro cuentas en el país helvético con al menos 22 millones de euros, hasta que puso los pies en la cárcel de Soto del Real el 27 de junio pasaron más de cinco meses. Por qué puede seguir en libertad alguien incapaz de justificar de modo coherente semejante fortuna es algo que escapa a la razón. Durante todo ese tiempo, no solo pudo destruir pruebas, sino que hasta el 25 de febrero, más de un mes después, se le permitió salir de España sin problema. Todo indica que Bárcenas pagará por sus delitos, pero es innegable que durante este proceso ha sido tratado con muchas más garantías de las que se le aplicarían al común de los mortales. Y no solo él, por cierto. Alguien debe explicar también por qué nunca se ha hecho un registro en casa de Bárcenas y por qué nunca se registró la sede del PP en la calle Génova, incluida la sala en la que el extesorero guardó sus papeles hasta el 1 de marzo.