María Dolores de Cospedal: la mujer que nunca dice no

Ana Abelenda Vázquez
Ana Abelenda REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Ahora que el futuro de Ana Mato apunta a Europa, el PP cierra filas en torno a una mujer que Rajoy califica de «extraordinaria» y que en días parece haber perdido años. La que fue alumna brillante en el instituto albaceteño de Sabuco se ha dejado la melena al viento para seguir lidiando con el escándalo Bárcenas

24 mar 2013 . Actualizado a las 18:38 h.

Viéndola de joven -esto es, hace dos lunes- cualquiera diría que María Dolores de Cospedal (Madrid, 13 de diciembre de 1965) vive en un mundo feliz. Quizá en el que aventuró Aldous Huxley en su novela, donde los seres se organizan en castas y se mueven por una inercia inducida durante el sueño. Un beso de Rajoy a la hora del desayuno, el organizado para el 11-M por Nueva Economía Fórum, logró relajar la tensión concentrada en su rictus y despejar en parte su pesadilla. Pero lo que en verdad necesita Cospedal, que nació sin la preposición de alcurnia como María Dolores Cospedal García, es caer en brazos de Morfeo. El maquillaje no puede con las noches en vela, bien lo sabe Kate Moss. Tampoco esos tratamientos de mesoterapia con vitaminas a los que pudo haber recurrido recientemente la número dos del PP para actualizar su aspecto. Han sido varios los medios que han advertido el viraje de la secretaria general de los populares hacia una juventud aplazada sine die. La presidenta que quiere repetir mandato en Castilla-La Mancha entiende que primero es la obligación y después la devoción, aunque en ocasiones estas se fundan en un hashtag con la pegada popular del #juntos podemos.

La que fue guapa oficial de la feria de Albacete alcanzó el primer puesto en una encuesta on line del 2011 para elegir a los políticos más sexis de España. ¿Podrá ella sola, por la cara, con la cruz? ¿Logrará espantar la sombra de los papeles de Bárcenas con el apoyo de Génova o perderá los suyos en directo? Por si el silencio gana en elocuencia a la palabra, y a De Cospedal se le acaban los bytes del disco duro, reiniciemos sesión. El pasado día 11 saltó a la arena mediática cual si fuese otra. Melena a sotavento, aros dorados, vestido del color de la Pasión. Sabe De Cospedal, tras marcar un hito en la tradición surrealista de Buñuel, que la ficción es un modo de cambiar la realidad y que la clave reside siempre en la intriga. Que se lo digan si no a los grandes del registro policíaco, convertido hoy en género institucional. Ahora que Ana Mato está en el aire, Dolores de Cospedal mantiene los pies en la tierra. ¿Qué hay tras los ojos como platos llanos de la mujer que dice sin tropiezo, aunque se caiga, que una cosa es la amistad y otra, los negocios? ¿Y el eslabón perdido entre la efigie con coleta tirante que compareció tras la publicación de los papeles en que figura su nombre y la chica de morado con un smokey invertido en la mirada? Prehistoria es aquel estreno a lo grande como presidenta de Castilla-La Mancha en el 2011, con mantilla y peineta de raigambre. Esta mujer de principios con un arco de Cupido a lo Nixon ha tomado valientes decisiones, como la de afrontar la maternidad en solitario tras recurrir a la fecundación in vitro. ¿Hipocresía? «Los hipócritas de hoy son los que no bautizan a los niños de madres solteras», dice el papa Francisco.

Licenciada en Derecho por la Universidad San Pablo CEU, tras sus estudios en el instituto albaceteño de Sabuco, esta abogada del Estado que sacó la oposición a los 25, con tres años menos que Sáenz de Santamaría, fue una alumna brillante. Un juicio de su profesor de Filosofía, Enrique Pérez Castell, según la web www.losgenoveses.net. La secretaria fiel a un presidente al que, según él, nunca ha dicho no, no es, como dicen algunos, «una Soraya de la vida» ni afronta las cosas «a lo Ana Mato». De Cospedal lleva en la sangre la idea, y la letra de la idea, con el mismo orgullo que el costal de los pecados. ¿La ven dudar o mirar abajo? Ahí está, con el pie en la marea. Compuesta, casada en segundas nupcias con un empresario al que siguen la pista. Tan tranquila como el indomable Will Hunting.

Pero ese Ministerio de la Verdad que ideó Orwell el siglo pasado parece haber rebasado el papel de la ficción. ¿1984? 2013, aunque cueste creerlo.