«Lo peor es la crisis institucional»

Manuel Campo Vidal CRÓNICA POLÍTICA

ESPAÑA

13 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

2013 ha empezado en la economía mejor de lo previsto pero en la política sensiblemente peor. Felipe González lo expresa sin matices: «Es aún peor la crisis institucional que padecemos que la económica». La bolsa subiendo y algunos inversores internacionales regresando a España, más la balanza de pagos camino de reequilibrarse; son notas positivas. La crisis es dura y será larga pero sirve para ordenar cosas y quitar grasa en las organizaciones públicas y privadas cargadas de gastos innecesarios. La austeridad obliga a organizarse mejor. Acabaremos superando la crisis, o mitigándola, pero ya sabemos que dejará una secuela muy dolorosa: mayor desigualdad social con un nivel de pobreza que este país había dejado atrás en las últimas décadas.

En el ámbito político se anuncian meses difíciles en varios frentes: la tensiones con Cataluña, porque Artur Mas prefiere hablar de independencia que de soluciones para la crisis, y también para la Casa Real porque el yerno del rey, Iñaki Urdangarin, puede ser condenado este mismo año. Mientras, en las Cortes, los dos grandes partidos no logran consensuar soluciones y el Gobierno prefiere los recortes a las reformas. En esas circunstancia y con una judicatura errática, no extraña el descrédito creciente de los políticos. Para salir, la confianza es clave, y es lo que más escasea.

Para la Casa Real el año será difícil por el juicio contra Urdangarin después de un 2012 complicado por la cacería del monarca (y su amistad peligrosa con una princesa consorte que irrumpe otra vez en el sumario valenciano del caso Nóos). Un interesante guion de telenovela de intriga, de no ser tan corrosivo para las instituciones. Además, el socio de pillerías de Iñaki, Diego Torres, vuelve a presionar revelando correos comprometedores. Una nueva acusación contra el marido de la infanta Cristina, ahora por fraude fiscal, le dibuja un panorama sombrío. La duda no es si será condenado por algún delito, lo que se da por hecho, sino si llegará a entrar en la cárcel, algo cada vez más inevitable.

La política, desafortunadamente, no muestra signos de revitalización. En el Ministerio del Interior ha caído el secretario de Estado de Seguridad porque no lograba poner orden en una policía en la que algunos mandos, por su cuenta, elaboran informes anónimos contra Artur Mas y la familia Pujol para desestabilizar. Jordi Pujol habla de la «policía política», término que no se usaba desde el franquismo. En Cataluña, Mas y Esquerra acuerdan una declaración como primer paso para ir hacia una consulta soberanista en el 2014. Aunque juntos sumen la mayoría parlamentaria suficiente, aparecen aislados y hasta la prensa catalana más proclive a la operación lo destaca: Esquerra y Convergència, encima sin Unió, van en solitario. Los socialistas catalanes que jugaban con la abstención en el proceso parlamentario se posicionan en contra por lo que Rubalcaba respira. Y Duran i Lleida, líder de Unió, advierte que el camino emprendido es peligroso. Duran, medio refugiado en Chile por conveniencia estos días, aguanta el temporal del proceso contra ex militantes de su partido por supuesta financiación ilegal. Los soberanistas aspiran a liquidarlo porque estorba sus planes, pero ni el Gobierno ni los socialistas lo desean. Duran es el verdadero heredero de Roca Junyent, al que Pujol no quiso nombrar sucesor para allanar el camino del liderazgo futuro a su hijo Oriol, con Mas como puente generacional. Un militante de Unió felicitaba así las pasadas fiestas: «Que el 2013 nos haga recuperar el seny que siempre tuvimos los catalanes». Poco seny sumado al poco tacto de Madrid. Como dice el socialista Patxi López, «atajar el independentismo a base de no hablar de ello debilita a los defensores del Estado común».