Del rescate económico se ocupa Rajoy, cabe suponer, porque, distraídos con Cataluña, hace días que de economía apenas se habla. Pero para el rescate de la relación España-Cataluña, que a partir de mañana habrá que reformular, se ocuparán dos hombres de Estado de la transición, Felipe González y Miquel Roca Junyent; un redactor de la Constitución, Miguel Herrero, y el poder actual del PP, María Dolores de Cospedal. Bomberos de élite para la emergencia.
Ha sido la Fundación Caja Extremadura la que lanzó la idea, y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, expresidente extremeño, el que convenció a los cuatro políticos para que se sentaran a dialogar sobre la organización territorial de España, el próximo miércoles en Madrid. No se anunció el acto antes para que no se utilizara en campaña. Expectación máxima.
Estas elecciones catalanas marcan el fin de una época: treinta años de relación entre España y Cataluña sobre la base de los estatutos de autonomía con la actual Constitución al fondo. En adelante será distinto: ya veremos si por el estilo pero con mejor financiación, como sugiere el PP de la incansable Alicia Sánchez Camacho; o como parte de una España federal, como propone el socialista Pere Navarro con apoyo a última hora de Rubalcaba; o confederal a la suiza, como aspira una parte de Convergència; o directamente independiente, como sueña la otra parte, más Esquerra Republicana y otras formaciones radicales. Lo único seguro es que será distinta. El proceso en marcha no se detendrá, estén seguros.
Lo que está sucediendo en Cataluña no es un enfado transitorio, sino un camino de segregación, o en el mejor caso de reformulación de la relación, entre Cataluña y el resto de España. Lo animan algunos partidos y buena parte de los medios de comunicación, especialmente los públicos. Pero también lo impulsan algunas operaciones que surgen desde Madrid, en forma de declaraciones desafortunadas de ministros o de la publicación de supuestos informes policiales que ya están en los tribunales. «Madrid realmente es una fabrica de independentistas», estima el profesor Manuel Castells, que vive entre Barcelona y California. La publicación por el diario El Mundo de un borrador de informe policial con graves acusaciones de corrupción contra Mas y la familia Pujol ha dado munición a Convergència y al resto del independentismo cuando empezaba a calar la duda de si Cataluña podría quedar fuera de la UE si se desgajara de España. «Ese lío por lo menos le da dos diputados a Convergencia», le trasladamos a Martín Villa, que tan bien conoce Cataluña. Lo comparte. No cree que la filtración haya sido obra del Ministerio del Interior que dirige Fernández-Díaz, por cierto, diputado por Barcelona. El actual ministro sabe que eso solo podía alimentar la radicalidad y nunca recortar la intención de voto a Convergència. Mas y Pujol enlazaron esa publicación con el caso Banca Catalana, que le dio la mayoría absoluta a Pujol. Atentos a los resultados. Si hay algo, ya lo dirá la Justicia, más bien perezosa para investigar la corrupción de los partidos, pero los resultados electorales de momento son los que cuentan.
Ha sorprendido la incomparecencia en la campaña catalana de Aznar y de González. Que no fuera Aznar lo han celebrado los populares, porque Sánchez Camacho ya tuvo que corregirlo en público. Que no viajara Felipe es más enigmático. Pero lo importante es que el miércoles estará sentado junto a Roca, Cospedal y Herrero para ver cómo se repara la avería. Que es de motor y no de chapa.