La vuelta a un Gobierno «amigo» en Madrid puede generar cambios en San Caetano y en la fecha de las autonómicas
03 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Galicia no tiene por costumbre alzarse como el principal campo de operaciones en unas elecciones generales, papel que suele recaer en comunidades con mayor peso demográfico, como Andalucía o Cataluña, que duplican con creces su representación en las Cortes. Pero esta vez todo va a ser distinto. A poco más de un año vista de las autonómicas, nada de lo que ocurra el 20-N va a dejar de tener incidencia en Galicia ni para el PP de Núñez Feijoo, que podría verse abocado a modificar su agenda electoral e incluso su Gobierno, ni tampoco para las dos fuerzas de la oposición, el PSdeG y el Bloque, que abordarán de inmediato procesos internos de renovación bajo el influjo de las legislativas.
Fue el propio Mariano Rajoy quien puso a Galicia en el mapa de las generales cuando el pasado verano anunció públicamente que el programa político aplicado por Feijoo desde la Xunta, basado en la contención del gasto público, es «el ejemplo» de lo que él mismo pretende hacer en España. Tanto el PSOE como el BNG dieron por válido el paralelismo, pero para remarcar que Galicia es en realidad un «campo de pruebas» de los recortes sociales que aplicará el PP.
Recuperar la hegemonía
Con un contexto de fondo, marcado por la crisis y datos preocupantes sobre la desafección hacia los políticos, arranca esta noche la campaña electoral en la que la derecha gallega está en disposición de arrebatarle al PSdeG y al BNG la hegemonía del voto que conquistaron tras la catástrofe del Prestige y que mantuvieron incluso en las autonómicas del 2009, cuando Feijoo se impuso en escaños, pese a que socialistas y nacionalistas recibieron conjuntamente 5.700 votos más que el PPdeG.
A diferencia de lo ocurrido en el 2008, que solo movió un escaño en Galicia, la batalla del 20-N podría cambiar de manos al menos un diputado en cada una de las cuatro provincias. El PP, el partido que combate a la ofensiva, trabaja con la perspectiva de sumar entre tres y cuatro actas más, todas ellas a costa del PSOE, sin descartar la posibilidad de añadir dos por Pontevedra. Por su parte, socialistas y nacionalistas dirigen su estrategia a aguantar posiciones con el fin de llevar unos resultados presentables a los cónclaves que ambas formaciones abordarán a partir de enero para elegir a sus candidatos a la Xunta.
Pero lo que más puede mover el 20-N es la relación entre Galicia y Madrid, muy tensa desde la llegada de Feijoo a Monte Pío en el 2009. Si Rajoy accede a la Moncloa, devolvería a Galicia al escenario del Gobierno «amigo» del período 1996-2005 y obligaría a Feijoo a modular el tono del agravio, pues se arriesgaría a incurrir en algunas contradicciones si un virtual Gabinete de Rajoy no atiende las demandas que el presidente gallego le planteó insistentemente a Zapatero.
Y es en este contexto donde el 20-N tomaría todo su sentido como unas primarias gallegas, pues ganaría fuerza la perspectiva de un adelanto de las autonómicas para que el Gobierno gallego no se resienta de las posibles medidas impopulares que aplicaría el futuro Gobierno.
Los comicios del 20-N van a desatascar la escena política gallega en tres direcciones. Al día siguiente, el BNG y PSdeG abrirán sus procesos para elegir a sus candidatos a la Xunta, y Feijoo podría verse abocado a hacer algún ajuste en su Gobierno si tiene la oportunidad de postular alguno de sus conselleiros como ministrables de Mariano Rajoy.