Manu Brabo: «La cagamos un día pisando más de lo que debíamos»

T. N. redacción / la voz

ESPAÑA

El fotógrafo no descarta volver a Libia, donde vivía el sueño de su vida

21 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

No fue capaz de reprimir las lágrimas. En unos casos al recordar los momentos más duros de su cautiverio, en otros emocionado por las muestras de apoyo recibidas, el fotógrafo asturiano se dejó llevar por los sentimientos durante su comparecencia ante más de un centenar de periodistas en el aeropuerto de Barajas, acompañado de sus padres, nada más aterrizar en un avión procedente de Túnez. «La cagamos un día pisando más de lo que debíamos pisar» la carretera entre Brega y Ajdabiya, donde fue capturado, junto a dos colegas estadounidenses y otro británico, el pasado 4 de abril por tropas leales al coronel Muamar el Gadafi.

El fotoperiodista asturiano relató que en el momento en que se produjo el ataque de las tropas de Gadafi las fuerzas rebeldes, a las que acompañaban, salieron huyendo y «nos dejaron allí». Entonces, el grupo de reporteros «nos acercamos a la carretera y comenzaron a disparar sobre nosotros; nos pillaron y, como en una película, se bajan del coche, te fríen a culatazos, te suben a un Pick-Up, te llevan a una casa, de allí a otro sitio y te someten a un primer interrogatorio con los ojos vendados».

Comenzó entonces un largo periplo de cárcel y cárcel, en la mayoría de los casos en celdas de aislamiento, aunque en algunas ocasiones tuvieron que compartir cautiverio con otros presos, a los que agradeció su comportamiento, porque, precisó Brabo, «han sido la leche». De vez en cuando, los trasladaban a unas casas para ser sometidos a «unos juicios en los que se repetían las mismas preguntas, las mismas acusaciones». Pero nunca había veredicto alguno, hasta que, el pasado martes, los cuatro reporteros fueron presentados ante un tribunal administrativo de Trípoli, que los condenó a un año de prisión, de cuyo cumplimiento fueron eximidos, y a una multa de 200 dinares libios (unos 108 euros) cada uno por entrada ilegal en Libia. Unas horas después, los cuatro quedaron definitivamente en libertad y pudieron regresar a sus respectivos países.

Brabo aseguró que, durante su cautiverio, nunca había perdido la esperanza, «porque si no -precisó-, acabarías siendo un andrajo en una celda». Aunque reconoció que cuando se viaja a países en conflicto se tiene conciencia del peligro, «siempre se piensa que le va a tocar a otros». Por eso, no se arrepiente de nada, porque, aseguró, «estaba viviendo el sueño de mi vida y haciendo mi trabajo todo lo bien que he sabido». Y aunque aún no lo ha pensado, no ha descartado por completo regresar a Libia, pese a que «si me pillan una segunda vez no sé si me voy a salvar».

Por el momento, lo que Manu Brabo tiene previsto es viajar a su Asturias natal para «tratar de hacer vida normal», al menos durante los próximos días, en compañía de su familia y de sus amigos.