Los etarras del atentado de la T4 se sientan hoy en el banquillo

Colpisa

ESPAÑA

03 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Casi tres años y medio después de hacer saltar por los aires el aparcamiento de la terminal 4 de Barajas y de poner punto final a la última tregua de ETA, Mattin Sarasola, Igor Portu y Mikel San Sebastián se sentarán en el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional a partir de hoy para responder por aquel atentado que costó la vida a los ciudadanos ecuatorianos Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate.

Los tres terroristas se enfrentan a penas de 900 años de cárcel por dos delitos consumados de asesinato terrorista, uno de estragos terroristas y 41 de intento de asesinato, tantos como heridos provocó la furgoneta embutida de explosivos que estalló aquel 30 de diciembre del 2006.

Según el relato del Ministerio Público, fue el entonces jefe militar de ETA, Garikoitz Aspiazu, Txeroki, también procesado por estos hechos, el que encomendó a los tres etarras y al cuarto miembro del comando Elurra, Joseba Aranibar, detenido en Francia, perpetrar el ataque contra el aeropuerto. A finales del 2006 Txeroki se citó en el monte Auza, en el valle de Baztan, con San Sebastián, Sarasola y Portu, a los que les dio las instrucciones precisas sobre el atentado y la huida.

Entrega de la furgoneta

Los terroristas no perdieron el tiempo y ese otoño viajaron a Madrid en dos ocasiones para estudiar la zona. En un encuentro posterior, Txeroki les entregó la furgoneta que había sido robada en Francia. La Fiscalía detalla que el 29 de diciembre del 2006 Joseba Aranibar entregó la furgoneta con el artefacto explosivo en una pista de Venta Baztan (Navarra) a Mattin Sarasola y Mikel San Sebastián. El primero condujo el vehículo-bomba hasta Madrid, mientras que San Sebastián hizo de lanzadera en su propia moto.

A 50 kilómetros del aeropuerto de Barajas quedaron con Portu. ?Sarasola fue el que aparcó la furgoneta-bomba a las 18.53 horas del 29 de diciembre en la plaza 307 de la planta dos del módulo D. Antes, se había disfrazado con una peluca castaña, una gorra, una chaqueta marrón, una máscara transparente y muletas. El terrorista abandonó el aeropuerto en un taxi que le llevó a San Sebastián de los Reyes, donde le recogieron sus compañeros de comando. Luego regresaron en uno de los coches de los etarras y la moto de San Sebastián a la localidad navarra de Lesaka, donde vivían todos los procesados.