El peor momento de Zapatero

ESPAÑA

Impotente ante la recesión y el paro, derrotado en Galicia, solo en el Congreso y obligado a rectificar con Obama por Kosovo, el presidente vive sus horas más bajas

23 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Zapatero vive su peor momento desde que llegó al Gobierno hace cinco años. El baño de realismo que le dio hace una semana el Nobel de Economía Paul Krugman lo escenificó claramente. Este progresista que ha sido un continuo azote de las políticas de Bush -es decir alguien que está en su mismo espectro ideológico- aseguró que las perspectivas de la economía española son «aterradoras», que la situación será «muy dolorosa» e incluso habrá que reducir los salarios. Antes había pronosticado que la crisis durará aquí entre cinco y siete años, en el mejor de los escenarios.

El irreductible optimista antropológico que primero negó la crisis y luego repitió que España estaba en mejores condiciones para superarla que nadie sigue insistiendo en que las cosas van a empezar a mejorar.

Pero al revés de Krugman se ha unido el gran enfado de Barack Obama -otro aliado ideológico- por el anuncio de retirada unilateral de Kosovo efectuado por la ministra Carme Chacón, a la que el Gobierno ha tenido que desautorizar para evitar otro incendio con Washington. Ahora está dispuesto a demorar el repliegue un año y a enviar más tropas a Afganistán.

Zapatero parece haber perdido la baraka que le ha acompañado desde que en el 2000 derrotó sorprendentemente a José Bono y se hizo con la secretaría general del PSOE. Esa suerte que se manifestó de nuevo al ganar, también contra todo pronóstico, las elecciones del 2004 beneficiado por los clamorosos errores del Gobierno Aznar en la gestión de los atentados del 11-M. Su inapelable victoria en el 2008 consolidó su aura de político imbatible.

Fin de ciclo

La derrota en Galicia ha quebrado esa racha e incluso ha llevado a algunos analistas a hablar del inicio del fin del ciclo político de Zapatero. En el PSOE se esfuerzan en responsabilizar del varapalo a Emilio Pérez Touriño por no haber sabido poner en su sitio al BNG. Es cierto que el ascenso de Patxi López, un hombre de su máxima confianza, se puede interpretar como un éxito de sus políticas en el País Vasco, de acercamiento al PNV y rechazo del frentismo constitucionalista. Pero el escenario que ha salido de las urnas es envenenado, ya que deja a los socialistas en manos del PP, con solo 25 de los 75 parlamentarios. ¿Se puede gobernar así? Los socialistas ponen el ejemplo de Navarra, donde gobierna UPN con el apoyo externo del PSN, pero las situaciones son muy distintas. Y, a la fuerza, reedita de alguna manera el frentismo que Zapatero siempre ha rechazado.

Además, este éxito convierte al que era su aliado más fiel en Madrid, el PNV, en enemigo irreconciliable. El precio a pagar es la soledad parlamentaria, que ya se está visualizando en el Congreso. Por mucho que confíe el portavoz socialista, José Antonio Alonso, en la estrategia de la «geometría variable», de pactar con unos y otros según el caso, la situación del Gobierno empieza a ser desesperada.

Es sintomático que cuando solo se ha cumplido un año de la victoria electoral del 2008 se dé por seguro un próximo cambio de Gobierno y la salida de su vicepresidente económico, Pedro Solbes, que da muestras de cansancio y de estar superado por los acontecimientos.

La decepción de Obama

La siguiente cita electoral también se presenta difícil para Zapatero. En la Moncloa son conscientes de que los ciudadanos suelen expresar un voto de castigo a los gobernantes en unas elecciones como las europeas que, quiérase o no, se consideran menores. Y más aún en plena crisis. Además, el electorado del PP ha demostrado una fidelidad a prueba de casi todo, muy superior a la del socialista. Como diría Rajoy, «nunca se hunde», ni con caso Gürtel ni con espías.

Acosado por una crisis galopante, incapaz de frenar el paro, derrotado en Galicia, solo en el Congreso, al frente de un Gobierno quemado y de poco peso político, Zapatero parecía contar al menos con el apoyo de Barack Obama, que va a avalar con su presencia la Alianza de Civilizaciones. Pero su decisión unilateral de retirar las tropas españolas de Kosovo causó una profunda decepción al nuevo presidente. Ni eso le sale bien.