Frenesí preelectoral veraniego

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

05 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

No hay tregua, aunque cierre el Parlamento y se decreten vacaciones. Los políticos buscan votos hasta en bermudas. A las fotografías de esta semana de Mariano Rajoy y Pepe Blanco nos remitimos. Y no son los únicos. El verano dará paso a un curso repleto de elecciones en el que se renovará al presidente de la Generalitat catalana en noviembre y a trece presidentes de autonomía y ocho mil alcaldes en mayo. Salvo el Gobierno de España y los de Galicia, Andalucía y País Vasco, todo el poder político ejecutivo, en juego. Es para no descansar. Zapatero , una vez más, ha elegido Canarias, buen destino turístico y gran incógnita electoral. De las trece autonomías a renovar en mayo, muy pocas tienen alguna posibilidad de moverse, habida cuenta de que los populares conservarán cinco: Navarra, Rioja, Murcia, Valencia y Castilla y León sin problemas, y los socialistas, tres, Aragón, Extremadura y Asturias. Pueden mantenerse también en Castilla La Mancha, aun sin Pepe Bono , los unos, y Baleares con Jaume Matas, los otros, pero ya con más dudas. En Cantabria se puede repetir, o no, el pacto regionalistas-socialistas con el inefable Revilla al frente, que hizo célebre en el Senado la frase «Cantabria me pone, pero España también». Y Madrid, con Esperanza Aguirre , es popular, para todo el mundo menos para Pepe Blanco. Si se tratara de cualquier otro se consideraría una bravuconada, pero el número dos del PSOE siempre dijo que Zapatero gobernaría, desde meses antes del 14 de marzo, y que Touriño sería presidente cuando pocos apostaban por él. Claro que Zapatero y Touriño, cada uno en lo suyo, eran candidatos, sin tirar cohetes, más sólidos que Rafael Simancas , la alternativa a Esperanza. El PP se volcará en Madrid -comunidad y ayuntamiento- donde presenta a dos políticos, Esperanza y Ruiz Gallardón , que de mayores quieren sustituir a Mariano Rajoy en la presidencia del PP y a Zapatero en la del Gobierno central, y no lo ocultan. En Italia se les llama a esos candidatos «caballos de raza». Así las cosas, Canarias es la gran oportunidad para los socialistas. Oportunidad difícil porque nadie obtendrá mayoría absoluta y habrá que pactar: o Coalición Canaria, hoy más dividida que nunca, con los socialistas, o Coalición con el Partido Popular. El PSOE subirá casi seguro y Zapatero anda por allí conquistando corazones, aunque todavía no se conozca a su candidato: o el ministro de Justicia, López Aguilar , que se resiste, o el ex presidente Jerónimo Saavedra que en su reciente cumpleaños -setenta- congregó en una cena a varios centenares de profesionales y empresarios de todas las islas en una demostración de poderío sin par. En la calle Ferraz no lo quieren porque no apuestan por nadie que tenga más de cincuenta años, salvo que sea inevitable. No se pierdan la noche electoral en Canarias, donde ya hubo operetas de postín, incluido el «secuestro» de un diputado a su llegada a Madrid cuando huía deliberadamente de una moción de censura, para devolverlo al Parlamento en Santa Cruz de Tenerife. Como lo oyen: digno de una aventura política en Palermo. Entretanto, en Cataluña la crónica detallada y en pequeñas entregas de lo sucedido el pasado fin de semana en el aeropuerto de Barcelona no deja de estremecer. Ahora se ha sabido que se rozó la catástrofe porque la ocupación de las pistas dejó a treinta aviones en el aire dando vueltas, o que tres trasplantes de órganos se vieron dificultados por la incidencia y que los huelguistas sólo abandonaron la pista cuando un grupo de airados pasajeros rompió el cordón policial y se fue a por ellos. Y todo eso sucedió en un polvorín de queroseno. Los aeropuertos A la dramática situación le ha sucedido más esperpento todavía, como la reclamación por parte de Esquerra Republicana de la gestión aeroportuaria tras el caos vivido en El Prat. Cada uno puede reclamar lo que quiera, pero en este caso lo hace quien no ha sabido gestionar su propia crisis y aún se extraña de que los echaran del tripartito. Momento, por cierto en el que comenzó Maragall a recuperarse en las encuestas porque la ciudadanía exigía seriedad. Por eso no es de extrañar que cuando al candidato socialista Montilla se le pregunta por las alianzas poselectorales responda: «Primero deberemos ponernos de acuerdo en qué hay que hacer, y después, estudiaremos quiénes lo vamos a hacer». Un periodista presente en el pequeño círculo privado en el que se desarrollaba la conversación le preguntó: «Pero alguna preferencia tendrá ministro, o con Convergencia, que es la derecha nacionalista, o con la izquierda nacionalista». La respuesta fue sin desperdicio: «Tengo preferencias, claro, pero yo no estoy para montar circos».