Crónica política
11 sep 2004 . Actualizado a las 07:00 h.Ha sido una semana de generosidad conmovedora entre partidos, como si les sobraran los votos. Rodríguez Ibarra , a cuenta del supuesto «pillaje» de otras autonomías, regaló al PP el principal argumento que esgrime, de momento, contra Zapatero : la discrepancia entre barones socialistas sobre la articulación de España. El Partido Popular, seguramente agradecido por el obsequio, anunció la vuelta de Aznar como presidente de honor, rompiendo así su compromiso personal de retirarse. ¿Solo honorífico? Una mirada suya y un comentario seco de los que acostumbra pondrá firmes a cualquiera. Se teme que a Mariano Rajoy también. No se podrá probar que la gastroenteritis y el desmayo de Ruiz Gallardón tengan que ver con ese regreso, pero no se descarta. Zapatero, complacido al ver que el PP abre las puertas de nuevo a Aznar para dinamitar el giro al centro, aprovechó su viaje a Túnez para devolver el detalle y se metió donde no le llaman, recomendando a otros países que se retiren de Irak. Una cosa es que repatriara las tropas españolas cumpliendo un compromiso electoral y otra que de consejos a terceros en momentos tan delicados como los que vive Italia, por ejemplo, con la vida de dos chicas pendiente de un hilo. ¿Y qué decir de Izquierda Unida donde se anuncia ya que cuatro corrientes internas se oponen a Llamazares con lo que el nuevo enfrentamiento previsible dilapidará los restos electorales? ¿O del conflicto interno en Convergencia y ahora también en Unió a cuenta del referéndum sobre la Constitución europea, conflictos que siguen muy interesados los presuntos beneficiarios Carod Rovira por un lado y Piqué por otro? Manuel Fraga , quizás sumándose a esa semana de dádivas entre rivales, ha dejado escapar de su gobierno al hasta ahora conselleiro Juan Miguel Diz Guedes , como si le sobrara a la Xunta capacidad de análisis estratégico. Que termine esa pérdida por beneficiar indirectamente a Touriño , o a un tercero todavía sin identificar, dependerá de lo que haga en el futuro Diz Guedes, cuya capacidad de organización no debe infravalorarse sin riesgo de cometer un grave error. Y por supuesto dependerá, además, de cómo digieran Baltar y los suyos el proyecto, todavía no oficializado, de que en las próximas autonómicas el ya vicepresidente Núñez Feijoo encabece la lista de Ourense y Ana Pastor la de Pontevedra. Porque parecería extraño que Fraga y Rajoy en Perbes hablaran sólo del candidato a la Xunta para el 2005. O sea que Rajoy desembarca a sus gentes en la Xunta y en las listas del PP gallego, mientras Aznar toma literalmente la dirección del PP en Madrid. Él mismo será presidente de honor -y no decorativo-; Acebes , su doble excepto en el carácter, ocupa la secretaría general, y Carlos Aragonés , el hombre que sabe más secretos del ex presidente, figura como adjunto al presidente Rajoy. Y además, Zaplana como portavoz parlamentario, añadimos a la lista de aznaristas. «Bueno, Zaplana es un bailarín y tanto está ahí, que sí, como puede ir en otra dirección», responde un dirigente popular consultado. Con esa escolta, Rajoy difícilmente puede escapar a lo que se denomina la raza del PP: aquellos que comparten las declaraciones de Aznar al semanario alemán Die Welt tales como que «en España gobierna ahora el partido del odio», etc. Hombre, Zapatero y su conjunto cometen errores pero la fotografía de las ministras en Vogue -donde sobraban por lo menos algunas pieles y la chaise longue - y el va y viene de los precios de los libros escolares, no es odio, si acaso es torpeza. Con ese panorama, los bienintencionados renovadores del PP -el propio Rajoy, Piqué, Ruiz Gallardón y Camps , aunque sólo sea por ir contra Zaplana- lo tienen muy difícil. Porque, de no suceder un milagro, vuelve el lenguaje duro y de confrontación que dio al PP de Aznar tantos éxitos electorales. Hasta que dejo de darlos. Quizás ahora el electorado quiera otra cosa.