Todo apunta a elecciones el 14-M

ESPAÑA

Crónica Rajoy opta por un escenario de perfil bajo convencido de que tiene la mayoría absoluta en su mano, mientras Maragall fuerza a Zapatero a asumir sus tesis en el programa

07 ene 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

O este lunes o el siguiente. No hay más fechas en el cuaderno azul de Aznar para disolver las Cortes. Si escoge el 12 de enero, los comicios se celebrarán el 7 de marzo y si, como parece más probable, clausura la legislatura el 19 de enero, los ciudadanos acudirán a las urnas el 14 de marzo. Todo indica que las elecciones serán el 14 de marzo. El PP acaba de iniciar una campaña para mostrar sus logros que concluye el 17 de enero, por lo que es casi seguro que Aznar esperará a que termine y disolverá el 19. Otro dato para apostar por el 14 de marzo es que tanto el Rey como Aznar emprenden viaje al extranjero el 12 de enero, fecha en la que se debería disolver el Parlamento para que los comicios fueran el 7 de marzo. En cualquier caso, las maquinarias electorales del Gobierno y la oposición están ya a pleno rendimiento. En la sede del PP en Génova se trabaja con la hipótesis de que Rajoy tiene en su mano la mayoría absoluta. Creen que bastará con no cometer errores de aquí a marzo. El encargado de la campaña, Gabriel Elorriaga, quiere imponer por ello un escenario electoral de perfil bajo, sin entrar en las provocaciones del PSOE. En ese contexto, está descartado un debate con Rodríguez Zapatero, en el que el candidato sabe que no tiene nada que ganar. Pero en el PP preocupa, y mucho, el exceso de confianza. Un alto dirigente popular reconocía recientemente a La Voz que las encuestas que les otorgan 11 puntos de ventaja no les benefician. Ayer, la Ser les daba sólo dos puntos y parecían casi más contentos. Aunque la prerrogativa de convocar elecciones es exclusiva del presidente, y el propio Aznar se encargó de decir que seguirá «haciendo de Aznar», la fecha, que ya está decidida, se fijó en una reunión entre Rajoy y el presidente. Giro del PSOE Los socialistas se han adelantado a la disolución de las Cortes y llevan días explicando su programa electoral, aunque algunas de las medidas anunciadas aún no están incluidas en el borrador con el que se trabaja. Los estrategas de Ferraz se han visto obligados a dar un importante giro a la campaña prevista, forzados por la situación en Cataluña. Zapatero intentó en vano convencer a Maragall de que moderara sus propuestas federalistas. Al no conseguirlo, el partido entero se ha visto obligado a asumirlas como propias. De ahí que reformas de tan hondo calado como las que se están conociendo no hayan sido siquiera apuntadas hasta apenas dos meses antes de los comicios y sin un debate previo en profundidad. Sea cual sea el resultado, el paisaje político tras las próximas elecciones será de renovación. En la escena nacional desaparecen todos los líderes que han marcado la política española desde la Transición. Felipe González, Jordi Pujol, Xabier Arzalluz, Aznar y, más tarde, Fraga, abandonan la primera fila. El relevo se lo dan políticos curtidos pero que nunca han sido actores principales. Su característica común es la continuidad en las ideas pero con diferentes talantes. En general, más dialogantes. Rajoy, Zapatero, Josu Jon Imaz, Artur Mas, ¿Ana Pastor? serán los nuevos protagonistas y las relaciones entre ellos marcarán la vida política.