La finca del «pelotazo»

Carlos Fernández REDACCIÓN

ESPAÑA

Reportaje | Polémica en Valdefuentes 1.500 millones de pesetas de los años 90 convertidas en 140 millones de euros de los de hoy, merced a una recalificación de terrenos en Madrid. Los grandes beneficiarios, los Franco

28 nov 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

«El Caudillo se dedicó personalmente a poner la finca en producción, para lo cual lo primero que hizo fue hacer sondeos para buscar agua (...). Plantó en cantidad considerable trigo, ajos, tabaco, patatas, etc, obteniendo varias cosechas. Animales también tiene en plan de granja. El objeto de comprar la finca, en principio, fue para llevar allí la gran cantidad de ovejas que tiene en El Pardo, pero luego no ha podido realizarlo por no tener pastos suficientes. Está encantado con su finca, a la que saca pingües beneficios, y le entretiene y sirve para que tome el aire y el sol por las tardes cuando suele ir», así escribía en su diario, el 8-3-55, el general Franco Salgado, primo y ayudante del Generalísimo, sobre la finca de Valdefuentes, situada en la antigua carretera de Madrid a Extremadura, en el municipio de Arroyomolinos. Todo comenzó el 4 de octubre de 1951, cuando se formalizó en Madrid la escritura de compra-venta por Valdefuentes S.A. a Luis Figueroa, nieto del conde de Romanones, de una finca de 9.845.088 metros cuadrados. El presidente de la nueva sociedad era José Sanchís, tío del marqués de Villaverde, «hombre de paja», que actuaba en nombre del Caudillo. Sanchís poseía 180 acciones correspondientes a 900.000 pesetas de los tres millones de que constaba su capital social. Según la escritura, el objeto de Valdefuentes S.A era «la adquisición y explotación de fincas rústicas; la explotación de la ganadería y sus derivados, así como cualquier otra clase de lícito comercio o industria relacionada». Propiedad ignorada La finca de Valdefuentes fue casi ignorada por los investigadores e historiadores de Franco y su régimen, al revés que otras propiedades, como el Pazo de Meirás o la Casa Cornide de A Coruña. Y sería en esta finca, que siempre fue conocida por los lugareños como el coto del Caudillo, donde el general puso en práctica sus conocimientos agropecuarios, en línea con el elogio del ministro del ramo, Cirilo Cánovas, que le consideró «el primer agricultor de España». En la casa de campo de la finca guardó algunos de los cuadros por él pintados (ciertamente horribles), un coche blindado, regalo de Hitler, así como cabezas disecadas de animales por el cobrados, -presumía de ser un gran cazador-. Su primo y ayudante anotaría en su diario esta frase del Caudillo: «En la última cacería batí el record. En muy pocos ojeos maté cerca de 5.000 perdices». A comienzos de los 70, Sanchis cedió la dirección de Valdefuentes a su sobrino Cristóbal, marqués de Villaverde. Carmen, hija del Caudillo, asumió la presidencia del consejo de administración, nombrando consejero a su hijo Francis, conocido como El cazador de los tristes destinos , pues muchas de sus aventuras cinegéticas acaban en el cuartelillo. A Francis no le gustaba el cultivo de lechugas y menos el ordeño de vacas. Así, al poco tiempo, la producción de Valdefuentes cayó en picado. Según el periodista Mariano Sánchez Soler, de 150 empleados que trabajaban allí se pasó a cuatro y las vacas se redujeron de 400 a 40. Los 3.000 pinos y 500 chopos fueron talados, con permiso del ICONA claro, y vendidos como madera. Francis necesitaba dinero para sus diversiones y no se le ocurrió otra cosa que alquilar la finca para la filmación de películas. Una de ellas fue la Escopeta Nacional , de Luis G. Berlanga, donde se ridiculizaban las cacerías caudillescas. Francis ni se enteró, quizá porque Berlanga, para contentarle, le nombró asesor de dirección. No menos sonada fue la película de terror titulada Sobrenatural , en la que un cadáver regresaba del Más Allá para imponer su ley. Otra sería Historias burlescas: la vida, el amor y la muerte , de contenido erótico-zoofílico. El marqués de Villaverde revocó a su hijo todos los poderes y tomó el mando de Valdefuentes. Recalificación Para sacar más dinero a la finca, que en los 90 podía valer de algo más de 1.500 millones de pesetas, era necesario que el ayuntamiento de Arroyomolinos, y después el de la Comunidad Autónoma de Madrid, lo recalificasen de rústico a urbano. Ahora, gracias a la gestión de los abogados Camuñas y Herrero de Miñón, militantes y ex-altos cargos del PP, con las autoridades de la Comunidad de Madrid, el objetivo se ha conseguido. Esto supondrá a los Franco una cantidad que rebasa los 140 millones de euros. Uno de los más destacados pelotazos de la España reciente.