La Audiencia Nacional ratifica que Gil se hizo con el Atlético de forma delictiva

La Voz C. C. | MADRID

ESPAÑA

La sentencia impone al empresario tres años y medio de cárcel y la restitución del capital social del club El presidente rojiblanco podría perder el control de la entidad temporalmente.

14 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

La Audiencia Nacional condenó ayer a tres años y medio de cárcel al presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil, por apropiación indebida y estafa en su gestión del club. El tribunal cree probado que urdió con ayuda de su vicepresidente, Enrique Cerezo, una complicada «maquinación» para apoderarse de la entidad durante su transformación en sociedad anónima, «sin desembolsar el importe de las acciones». La sentencia (no es firme y será recurrida ante el Supremo) también impone a Cerezo un año de prisión por cooperar y al hijo de Gil, Miguel Ángel Gil Marín, director general colchonero y encargado de «tareas de maquillaje», un año y medio. Además, deberán devolver los 2.700 millones de pesetas estafados con contratos ficticios y depositar como garantía las 236.056 acciones -lo que, según fuentes judiciales, puede acarrearles la pérdida temporal del control del club-. Los magistrados creen probado que ejecutaron su plan en medio de un deliberado caos financiero para ocultar las operaciones a las autoridades que vigilaban la transformación. Por ello, Gil hizo que la entidad enviase a sus cuentas grandes sumas de ingresos de taquilla, publicidad o televisión. El dinero fue usado para operaciones particulares y para financiar a la entidad, que contrajo así fraudulentamente deudas millonarias con el presidente y sus firmas. En la confusión, Gil y Cerezo se quedaron con el 95% de las acciones. Inventaron una deuda de 2.000 millones, que no aparecía en los libros y que luego Gil canjeó de forma magnánima por expectativas de beneficio en la venta o los traspasos. La eliminación de tal deuda permitió fijar el capital social en 2.060 millones de pesetas. Gil mantenía su carácter de acreedor y en junio de 1992 puso el dinero para cubrirlo, aunque a los pocos días fue a parar a sus cuentas privadas.