Todo vale en campaña para llamar la atención del votante

ELECCIONES 2016

Las formaciones políticas escapan, cada vez más, de formalismos y de mítines clásicos. Lo importante es atraer la atención mediática y de esos ciudadanos no convencidos. Los expertos valoran más tener una buena campaña virtual que presencial

16 may 2015 . Actualizado a las 13:25 h.

Espacios abiertos -que atraen a más vecinos- y actos informales. Menos mítines y más paseos de los candidatos por la calle. La campaña electoral gallega se aleja, cada vez más, de formalismos y de los viejos usos, en un cambio de modelo que busca atraer a esos ciudadanos no convencidos pero, también, a los medios de comunicación.

Descenso de piraguas, performances, minimítines callejeros con el candidato sentado en un taburete o charlas nocturnas a la luz de la antorcha son tan solo algunos de los actos programados durante la campaña en un intento de demostrar (aunque sea de forma forzada) que corren nuevos tiempos en la política. Unas propuestas frescas y originales de eficacia, sin embargo, no contrastada.

«Esta tradición la hemos importado de Estados Unidos, donde se practica, por lo menos, desde hace una década. Estos actos, innovadores y hasta transgresores, son interesantes, cuanto menos porque consiguen atraer la atención del electorado y, también, de los medios. Los partidos logran hace ruido y llegar a gente que jamás hubiese ido a su evento en un contexto normal. Votantes que no tienen nada que ver con su ideología pero a los que, de alguna manera, le han llamado la atención», defiende Fernando Herrero-Nieto, el presidente de la Asociación Española de Marketing Político (Asesmap). «Pueden funcionar pero no son determinantes para conseguir el voto», puntualiza a continuación.

Una de las diversas formaciones que ha tirado de originalidad en esta campaña es el PSOE de A Illa. Sus integrantes no han dudado, incluso, en invitar a sus vecinos a tomar té y café -preparados con la ayuda de una cocina solar- para concienciar sobre la importancia del consumo responsable de energía. La número 6 de la lista, la germana Gabriel Freiin, deja claro que se trata de actos serios, que no banalizan la política pero que sí les permite llamar más la atención sobre un determinado problema así como alcanzar un espectro mayor. «Se chega a máis xente. Estes actos permiten abrir a política á participación dos cidadáns. É importante estar na rúa, en contacto con eles», agrega. Cuestionada por si en su país de origen también priman cada vez más estas novedosas propuestas explica que allí también se combina lo clásico con lo moderno. «Iso de políticos en bicicleta xa os había en Alemaña», afirma no sin ironía en clara referencia al parodiado paseo electoral de Rajoy con las candidatas de Madrid.

Los actos clásicos se resisten a desaparecer

En la campaña gallega estas fórmulas novedosas también conviven, sin embargo, con los viejos modos de hacer política. Los partidos se resisten a jubilar los actos tradicionales, a pesar de que sobre algunos, como sobre la pegada de carteles, ya pese -sobre todo, entre los jóvenes- una imagen rancia. «Aún así, son favorables para los partidos, son un elemento más» se muestra convencido Fernando Herrero-Nieto. «Todos estes actos forman parte del ritual, de la guionizacion y de la arquitectura de una campaña política. Se hace desde hace más de 30 años», defiende.

En ese mismo sentido se manifiesta Javier Sánchez-Agustino, el candidato de Ciudadanos en Santiago, una de las nuevas formaciones que, aunque con cierta innovación (realmente no pegaron carteles), sí mantuvieron el acto de arranque de campaña. El cabeza de lista aboga por su simbología: «¿Efectividad? No sé si gana algún voto pero es el pistoletazo de salida, es un acto de por sí tradicional», subraya.

El presidente de Asesmap tampoco duda a lo hora de valorar si un exceso de carteles electorales en las calles puede provocar un efecto contrario al perseguido, al ahondar en el cansancio de los votantes. «Son eficaces aunque no son concluyentes ni determinantes para conseguir un voto. Pero es importante que todos los ciudadanos pongamos cara a los líderes que vamos a votar. Con todo este ritual electoral se logra hacer branding, imagen de marca, tanto del candidato postulante a la alcaldía o al municipio que sea como del grupo político al que pertenece», puntualiza.

Anacronismo social y digital

El experto en márketing político ve, sobre todo, dos anacronismos que restan votos a la hora de afrontar una campaña electoral como la actual. Por un lado subraya la necesidad de no repetir, ante una ciudadanía no crédula, promesas imposibles. «No puedes prometer lo que no puedes dar. Esto sí que es un anacronismo social. Hay buenas intenciones pero que hay que avalarlas con hechos tangibles, sustentarlas en una base política», explica.

Como otro hándicap frecuente sitúa la redes sociales, trascendentales pero no siempre bien tratadas en cuanto a estrategia o medios. «Eso sí que es un anacronismo absoluto y perfectamente identificable. Hay formaciones que consideran que en las redes sociales venden siglas por bandera y esto es un equívoco, es decir, no se puede pensar que un partido como el PP o como el PSOE vende por sí solo en la Red. Vende porque hay un equipo multidisciplinar detrás que logra difundir sus ideas políticas en Facebook o Twitter, pero de forma profesional, no emocional», añade.

Sobre la necesidad o no de priorizar un frente, Fernando Herrero-Nieto sostiene que todo suma. «Se pueden simultanear las redes sociales, que son gratis y tienen una gran repercusión, con, por ejemplo, las vallas publicitarias o los carteles políticos. Son perfectamente solapables, se puede compaginar unos con los otros», reitera. 

Aún así, tiene claro la pujanza digital. «La enorme fuerza de las redes ha provocado que ahora sea mucho más importante hacer una buena campaña vía virtual que presencial. A los mítines solo va gente del partido. ¿Gente nueva? No va. ¿Gente que no sea afín a tu ideología política? Tampoco. Solo van los afiliados o simpatizantes para dar soporte personal a la candidatura pero no hay aportaciones nuevas, como sí sucede en la Red, desde donde se llega a usuarios no militantes», concluye.