Póngame un poco de café con sol

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

Gabriel Freiin y Carlos Iglesias compartieron te y café con los vecinos en O Regueiro.
Gabriel Freiin y Carlos Iglesias compartieron te y café con los vecinos en O Regueiro. mónica ferreirós< / span>

Gabriel Freiin, número 6 del PSOE de A Illa, usó una cocina solar traída de Alemania para demostrar que siempre hay otra forma de hacer las cosas

10 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace tiempo que a la política le falta chispa. Pero chispa de la buena, ya saben, esa que es capaz de sorprender primero y suscitar una reflexión después -lo de ilusionar dependerá de cada cual-. En estas elecciones, el PSOE de A Illa ha decidido alejar su estrategia del bla, bla, bla generalizado y lanzar su mensaje en forma de pequeños e inesperados actos. Como el de ayer, cuando la familia socialista se plantó en O Regueiro para invitar a tés y cafés, hervidos con la única ayuda del sol de A Illa, a quienes por la plaza pasaban.

Para obrar semejante prodigio echaron mano los socialistas de una cocina solar. El artilugio parece sacado de una película futurista: una especie de antena parabólica construida con paneles reflectantes que captan la luz, la concentran en un punto y, si ninguna nube lo impide, generan energía suficiente para hacer un café -dicen que hasta una tortilla de patatas-.

El aparato no es nuevo en A Illa. De hecho, salió hacia O Regueiro desde la casa de Gabriel Freiin Von Hundelshausen. Ella es alemana de nacimiento, isleña por elección y ocupa el sexto puesto de la lista del PSOE isleño. «A cociña solar úsoa dende hai moito. Xa a tiña cando viaxaba na furgoneta, e aínda hoxe a utilizo», dice en un gallego en el que el acento alemán y la gheada isleña conviven a la perfección.

Gabriel llegó a A Illa por casualidad. Descubrió que existía Galicia cuando el Prestige maldijo nuestra costa. Ella, la hija rebelde de una familia conservadora y de rancio abolengo, se vistió de blanco y se puso a limpiar chapapote en Malpica. Se enganchó a Galicia «e tiña que volver, e volver». Cuando dio con A Illa, más. Hasta que se quedó. «Aquí atopei amighos, e ao meu amor», cuenta con una sonrisa, mientras prepara una nueva jarra de infusión.

El Prestige hizo que Gabriel empezase a reflexionar sobre el consumo responsable de energía. Hizo un curso sobre cocinas solares y se fabricó el artilugio que aún utiliza de vez en cuando. Ayer lo sacó a la calle para llamar la atención de los vecinos, para que sirviera de excusa para hablar de ese municipio verde y sostenible que los socialistas quieren. «Xa se fixeron moitas cousas», explica ella. Precisamente por eso, porque lo que se ha hecho le ha gustado, es por lo que Gabriel ha decidido meterse en esto de la política y los partidos. Porque ella es una mujer de acción, pero de acción ciudadana, de movilización social, «non gubernamental». Ella siempre ha mirado con cierta suspicacia el mundo de las oficialidades, y ni siquiera su hermano, político conservador, se libró de verla encabezar manifestaciones en su contra.

Pero en el PSOE de A Illa ha encontrado Gabriel algo con lo que no contaba. Cuando fueron a buscarla para proponerle ir en la lista «non me tiveron que convencer, xa me tiñan gañada de antes», dice. Habla poquito a poco, mientras prepara más té. El café se resiste un poco más: las nubes no dejan salir el sol. Pasado el mediodía se abre un claro en el cielo y, de repente, la cafetera comienza a borbotear. Gabriel levanta el brazo, apunta al astro y exclama, rotunda: «Contigho sí».