Antonio Rial: «¿Qué hacer si le regalan un móvil a tu hijo de nueve años? Pues devolverlo»

Javier Becerra
Javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

XOAN A. SOLER

El profesor de psicología de la USC investiga el efecto que causan las redes sociales en la salud mental y advierte: «Todo esto está aún por explotar»

23 abr 2018 . Actualizado a las 07:40 h.

Dice Antonio Rial que cuestionarse las consecuencias que tienen en la salud el uso de las nuevas tecnologías supone un acto de responsabilidad. «Llegó el momento de no tener que pedir perdón por plantear si es saludable o no», explica el docente que coordina un grupo de investigación en ese sentido: «Tenemos que ser coherentes y claros, poniendo sobre la mesa lo que hay».

-¿Qué hay en esa mesa?

-La OMS dice que las tasas de depresión, en general, han aumentado en los últimos años. También dice que la depresión empieza cada vez a edades más tempranas, aumentando los casos infantojuvenil. Por otra parte, hay estudios que están vinculando ambos problemas al uso globalizado, abusivo e incontrolado de Internet y redes sociales.

-¿Existe algo más concreto?

-Los chavales que hacen un uso abusivo de Internet tienen mayor probabilidad de desarrollar problemas conductuales, hiperactividad, ansiedad, depresión e, incluso, ideación suicida. Son muchos los estudios que existen. Ya existe el término Facebook Depression, incluso. Lo que no se sabe es qué viene antes. ¿Es la persona con mayor propensión a tener problemas de depresión el que se ampara en las redes sociales? ¿O es el revés, que las personas que solo usan las redes sociales para relacionarse desarrollan esas enfermedades?

-¿Cuándo empieza el uso abusivo de las redes sociales?

-Técnicamente no existe un consenso dentro de la comunidad científica, pero normalmente se usa como criterio cinco horas. De todos modos, lo importante no es cuántas horas sino el grado de interferencia que ese uso supone para la vida de la persona. Abandonar tareas, tener ansiedad al no conectarse o poner en riesgo relaciones son síntomas.

-Al margen de abusar, el simple uso plantea un escenario nuevo para la adolescencia. ¿Cómo puede afectar a un chico el estar expuesto de ese modo?

-Un 93 % de los jóvenes están registrados en alguna red social. Más de la mitad, en cuatro o más. El hecho de que el desarrollo de la autoestima y de la imagen personal dependa del tipo de interacción que tengas en una red social lo cambia todo. La exposición es mayor. La vulnerabilidad y la dependencia, también. Además, si ese feedback depende de elementos físicos, donde hay una cosificación de la personas, es mucho peor. Traslada eso a un chico de 11 años, sin una personalidad construida. Esto está aún por explotar. Los profesionales de la salud mental tendrán que ponerse las pilas para responder a este problema. Va a ir a peor.

-Quien le quiera quitar hierro al asunto le dirá que eso siempre ha existido, que a los niños les juzgaban sus compañeros.

-Antes me juzgaban cuatro, ahora me juzgan cuatrocientos por minuto. ¿Por qué un chaval quiere un móvil? Primero, para tener WhatsApp. Segundo, usar redes sociales. Tercero, subir y descargar información. Existe una necesidad manifiesta de estar presente ahí. Los expertos lo llaman el miedo a quedarse fuera. Esa es la clave. Quieren estar ahí y exponerse, porque solo exponiéndose pueden construir una imagen. Y se la están jugando siempre con cuatrocientos.

-¿Se ha convertido el móvil en un regalo de primera comunión?

-La edad media son los 11 años. Eso significa que hay muchos por encima y muchos por debajo. Cada vez es más frecuente que haya niños con móvil de diez, nueve e incluso ocho años. La primera comunión es el elemento que provoca ese descenso. ¿Qué hacer si le regalan un móvil a tu hijo de nueve años? Pues devolverlo. ¿Una escopeta la aceptaríamos? Te dicen: «Un móvil no es una escopeta». Pues yo no lo tengo tan claro.

-¿Cuándo se le puede comprar?

-Mi recomendación es retardar y racionalizar la edad de acceso al primer móvil. El tránsito de primaria a secundaria puede ser un buen momento: 12 añitos. Pero lo más importante es qué hayas hecho antes y lo que vas a hacer después. Tienes que ser muy constante y muy serio estableciendo pautas. ¿Lo va a llevar al colegio? No. ¿Lo va a tener todo el día? No. Hay que regular ese uso. ¿Por la noche? Nunca. Los móviles no duermen en la mesilla de noche. Los niños mienten y a partir de las doce de la noche todas las prácticas de riesgo, como contactos con desconocidos o apuestas on-line, se multiplican por cuatro. Pero, ojo, para eso hay que dar ejemplo. ¿Los padres usan el WhatsApp cuando comen? Pues así no.

-¿Cómo controlar luego?

-Hay que controlar, por supuesto. Pero también desarrollar un vínculo de confianza para hablar de ello. Si a tu hijo le echas la bronca o le amenazas con quitarle el móvil, olvídate. Dicen los expertos en bullying que el principal argumento por el cual los adolescentes ocultan a sus padres que están siendo acosados es el miedo a perder el móvil.