El mayor riesgo, según el informe, es que Rusia deje de suministrar repentinamente petróleo y gas a Europa, lo que provocaría importantes pérdidas de producción, especialmente en Europa central y del este.
El FMI sostiene que, para el conjunto de la UE, el cese total de las importaciones rusas de petróleo y gas podría suponer una pérdida del 3 % del PIB en el 2023, con un impacto individual que variaría en función del grado de dependencia. «La política fiscal es más adecuada que la monetaria para hacer frente a los nuevos choques», considera.