David Fernández: «Esperamos estar en los Next Generation del naval, automoción y energía»

Sofía Vázquez
sofía vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

CAPOTILLO

Al director general de Digamel le cuesta creer que hayamos llegado a la guerra de Ucrania

12 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Interlocutor accesible, David Fernández Arias (Pontevedra, 25 de julio de 1971) es, cuando menos, tenaz. Estudió márketing en A Coruña, y al acabar empezó a trabajar en Digamel (Distribuidora Gallega de Material Eléctrico), una de esas compañías que no siempre están en el punto de mira y cuya trayectoria es ascendente.

—¿Cómo llegó a Digamel?

—Soy el hijo de los fundadores de la empresa y en ella entré con 24 años. Esta compañía tiene su origen en mi abuelo, que era un instalador importante en la zona de Pontevedra a mediados de los sesenta. Hacían instalaciones eléctricas y vendían al público. Tras fallecer mi abuelo, se hicieron cargo mi padre y mi tío. Mi tío se dedicó a desarrollar la parte de instalaciones; y mi padre, al almacén y las ventas. Las ganas de crecer hicieron que mi padre le planteara a mi tío separarse. Le vendió su parte y se fue a Vilagarcía, donde montó Digamel. Poquito a poco la empresa fue creciendo, de manera orgánica y comprando otras sociedades. Hoy estamos presentes en Vilagarcía, Vigo, Santiago, A Coruña, Ourense, Lugo, Madrid, y desde el 31 de diciembre del año pasado en Asturias, en Avilés, donde hemos comprado una firma.

—¿Su padre sigue en la empresa?

—No. Decidimos hacer el cambio generacional hace 20 años.

—¿20 años?

—Sí, tenía yo casi 30 y él 55.

—¿Con esa edad ya se jubiló?

—No, lo hizo con 65. Pero en aquel momento decidió dar un paso atrás para que la gente joven fuese gestionando el negocio. Sabía que había un equipo detrás. Digamel es el fruto del trabajo de muchas personas.

—¿Qué argumentos le dio su padre para decirle «te toca a ti»’?

—No me los dio él. Se los di yo. Nos reunimos, analizamos los criterios, y decidimos que fuese yo el que asumiese la dirección. Hoy en día me sigue gustando comentar con mi padre muchas cosas; me da su punto de vista.

—Digamel suena a caramelo.

—Viene de Distribuidora Gallega de Material Eléctrico. Pero bueno, siempre habrá algún caramelo que guste. Está bien.

—Por lo que me cuenta, ustedes son una compañía compradora.

—Esta empresa ha evolucionado mucho. Empezamos siendo un almacén de material eléctrico, que comprábamos a fabricantes y vendíamos a... Hoy nuestros principales clientes son instaladores eléctricos, firmas de automatizaciones industriales, fabricantes de maquinaria, industrias que tienen departamentos de mantenimiento propio, las Administraciones públicas, astilleros, operadores de telefonía... Abordamos la telegestión, la eficiencia energética, las energías renovables. Nos hemos convertido en una empresa de servicios. Tenemos una plantilla muy grande con un perfil muy técnico. En plantilla hay más de 40 ingenieros. Te garantizan ser capaces de conocer todos los procesos y normativas que incluye cualquier instalación.

—¡Uff! ya veo que no se limitan a comprar y vender material.

—Esa es la base, pero nuestra aportación va más allá. [Sigue explicándose y pone un ejemplo]. Imaginemos un proyecto de centro comercial, un teatro, una gran tienda. Contratan a un instalador eléctrico y nosotros colaboramos con él en elegir los materiales. Hoy puedes llegar a tu casa y configurar la iluminación por voz, o en un centro comercial generar iluminación en función del público y de la luz que entre por las ventanas.

—¿Digamel a dónde quiere llegar?

—Queremos crecer sobre la base de la excelencia, convertirnos en una empresa que sea líder en el suministro y asesoramiento de toda nuestra actividad: automatización, baja y media tensión...

—Pero ¿hacia dónde quieren ir?

—Desde Galicia respondemos bien a nuestros clientes, pero queremos salir de la comunidad y hemos empezado por Asturias (Madrid está exclusivamente enfocado a telecomunicaciones).

—[Insisto] ¿Dónde van a comprar? ¿A Digamel dónde le gustaría crecer por Andalucía, o por Cataluña y el País Vasco?

—Analizamos muchas zonas, pero cualquier operación requiere conocer el perfil industrial del área y que la firma a adquirir encaje con la filosofía del cambio constante. Nosotros tendemos hacia el norte, pero nos gusta hacer las cosas bien, pasiño a pasiño. Acabamos de comprar en Asturias y hasta que se consolide pasará un tiempo. Las empresas tienen que crecer, porque si no, perecen. Pero siempre haciendo las cosas bien. Nosotros nos hemos metido en el coche eléctrico. El proyecto de los dos primeros supercargadores que se instalaron en Galicia, lo hicimos nosotros. Los instalamos en el hipermercado Froiz de Pontevedra. Hemos posicionado cargadores en la universidad, en algún balneario... No solo vendemos el cargador, sino que tenemos una aplicación para gestionar las recargas, los cobros y los pagos y llevar el mantenimiento.

—¿Estarán en algún proyecto de fondos europeos de reconstrucción Next Generation?

—Seguramente en muchos. Siempre participando con clientes. En el PERTE [Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica] del naval seguramente estaremos, acompañando a instaladoras y astilleros. En el de la automoción, también lo espero, y en cualquiera que esté relacionado con las energías.

—¿Como le parece que se están gestionando fondos?

—Va demasiado lento. Ahora, con la guerra de Ucrania... Parece que salimos de una y nos metemos en otra crisis. Al igual que otros sectores, tenemos serios problemas con las materias primas. Por ejemplo con los chips, plástico, cobre, cables... Ya el año pasado apostamos por incrementar nuestros stocks para no fallar en los suministros a nuestros clientes. Nosotros nos hemos cargado de material previendo que este iba a ser un año con fallos de suministro.

—¿Qué le parece lo que está pasando con Ucrania?

—Me cuesta creer que hayamos llegado a este punto. En el siglo en el que estamos y con los problemas que tenemos... ¿Cómo se puede parar esta situación que no tiene sentido? Desde el 2008 no salimos de las crisis. Para las empresas son tiempos muy difíciles de gestionar. Esto no se aprende; es un tema de actitud, de ser positivo, de buscar una oportunidad, de animar a tu equipo. La necesidad de crecer de las empresas es impresionante y claro, con todos estos palos en las ruedas.... les resulta muy complicado.