Rosp Corunna, el brazo inversor de Sandra Ortega, incrementó su beneficio casi un 69 % en el 2019

La Voz REDACCIÓN

ECONOMÍA

CESAR QUIAN

Ganó 109,5 millones, casi 45 más que un año antes, gracias principalmente al aumento en el dividendo de Inditex

30 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Rosp Corunna, la sociedad patrimonial de Sandra Ortega Mera, cerró el año pasado con un beneficio de 109,5 millones de euros, lo que supone un incremento de casi un 69 % respecto a las ganancias obtenidas en el ejercicio anterior (64,8 millones), según consta en las cuentas del ejercicio 2019 depositadas en el Registro Mercantil.

A través de Rosp Corunna, la hija de Amancio Ortega y Rosalía Mera gestiona sus inversiones empresariales. La principal, el 5,05 % de Inditex, una participación heredada de su madre que la convierte en la segunda mayor accionista del gigante textil. Aunque también cuenta con inversiones en empresas como la biotecnológica PharmaMar o la cadena de hoteles Room Mate. Además, el grupo cuenta con una filial inmobiliaria, Ferrado Inmuebles.

El fuerte repunte del beneficio se explica, por un lado, por la subida de los ingresos. La cifra de negocios del grupo creció más de un 19,3 % el año pasado y superó por primera vez la barrera de los 200 millones de euros. En concreto ingresó 209,4 millones, 34 más que en los doce meses anteriores, gracias principalmente al aumento del dividendo de Inditex. La buena marcha de la textil en bolsa explica también el fuerte repunte del patrimonio del grupo, que se eleva de 4.725 a 6.300 millones, por la mayor capitalización de la multinacional.

La memoria refleja también que durante el año pasado Rosp Corunna aumentó su cuadro de personal con tres nuevos trabajadores, con lo que su plantilla se elevó de 21 a 24 personas, todas ellas fijas.

En las cuentas, firmadas el 31 de marzo, Sandra Ortega Mera, en calidad administradora única de la sociedad, apuntaba que era «prematuro» valorar los posibles impactos que el coronavirus tendrá en el negocio de Rosp Corunna, aunque reconocía «una ralentización de su actividad, no siendo posible evaluar el impacto futuro de la misma». El principal riesgo, apuntaba, pasa por la caída en las valoraciones de las participaciones gestionadas por la sociedad y sus filiales, por lo que aseguraba estar «monitorizando la situación».