«Estuve de bajón, me repuse y vi que la gente quería comprar mi ropa divertida»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

ECONOMÍA

CAPOTILLO

Celeste Barros asegura que, durante el confinamiento, recibió pedidos a través de las redes sociales

19 may 2020 . Actualizado a las 09:14 h.

Se llama Celeste Barros y hace realidad eso que decía el título de la película. Es decir, que Celeste... no es un color. Porque Celeste Barros, en realidad, es el arco iris entero. Ella, responsable de la tienda de ropa pontevedresa Marilyn Coquette, es mujer de sonrisa permanente, pelo chillón y atuendo irreverente. Además, es también el optimismo personal y profesional personificado tras el mostrador de su negocio con encanto de la zona monumental. Así que cuesta imaginar a Celeste con el ánimo por el suelo. Pero ella confiesa que así la dejó, en un primer momento, la pandemia. «Estuve mal. Fíjate cómo soy yo, que me arreglo siempre. Y me puse un pijama de estos de gorro y no me lo sacaba. Pasé mucha angustia, pensando en mis padres, en si les ocurría algo... y también en la tienda. Fue terrible. Menos mal que logré salir. Estuve de bajón, me repuse y vi que la gente quería comprar mi ropa divertida y sensual», indica.

Durante el confinamiento, recibió pedidos a través de las redes sociales. Luego, abrió con cita previa y le fue bien. Ahora, está a pleno rendimiento con la tienda física. Y está contenta: «La gente está cansada de malas noticias, de permanecer aburrida en casa. Se nota que hay ganas de comprar ropa divertida y alegre», dice con emoción.

Eso sí, Celeste indica que toma todas las precauciones posibles. «Compré una plancha vertical de vapor y plancho a 100 grados hasta la última prenda que entra en la tienda. Se desinfecta el probador, se retira para desinfectar la ropa que se prueba...». Se lanzó también a las rebajas: «Tengo una zona con descuentos y tengo otra parte sin ellos, con casi toda la colección de primavera y verano», dice.