El comercio español sufre una hemorragia millonaria por los robos

Cristina Porteiro
cristina porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

MARCOS MÍGUEZ

Las provincias gallegas registran el coste medio más bajo de los hurtos cometidos

24 feb 2020 . Actualizado a las 21:42 h.

Jesús Sánchez ha estado ocupando desde los años noventa puestos de responsabilidad en la seguridad de unos grandes almacenes. A lo largo de su carrera ha tenido que interrogar a multitud de amigos de lo ajeno, sujetos que, con más o menos pericia, lograban sustraer todo tipo de productos, desde jamones ibéricos a vinos Vega Sicilia, artículos de lujo como abrigos de pieles o costosos perfumes de los mostradores. «En el mercadillo aparecía mercancía robada, incluso con la etiqueta y la chapa de seguridad», asegura. Ha visto de todo: ladrones ocultos en los baños para darse el festín al echar la verja, el uso de preservativos para no verter el líquido de las etiquetas sobre las prendas robadas y hasta un individuo cargando un caballete desmontado con cazadoras de cuero. Por eso no le extraña que se hayan multiplicado en número e ingenio las artimañas para sustraer productos sin levantar sospechas. El veloz desarrollo del comercio electrónico también ha diversificado los métodos para cometer fraudes y comercializar artículos robados a través de plataformas virtuales. El fraude virtual se disparó un 46 % desde el 2018. 

Ahora bien, ¿qué consecuencias acarrean estas prácticas para el sector comercial? Sus representantes se muestran menos preocupados por los «ladrones de gallinas» o el fenómeno bautizado eufemísticamente como el «hurto famélico» y más por los artículos que no son de primera necesidad: «Para las empresas, el problema del hurto se centra en la actuación de profesionales y bandas organizadas. Incluso en los peores momentos de la crisis comprobamos que los hurtos no profesionales no suponen, por su incidencia, un problema para el sector», admite el director de la Asociación Española de Distribuidores de Autoservicio y Supermercados (Asedas), Ignacio García, quien lamenta que no se haya podido tipificar como delito el robo reincidente de productos cuyo valor no supere los 400 euros y que acarrea un coste público de 300 millones de euros. Algo en lo que coincide Sánchez: «Las bandas del este de Europa roban por temporadas, ropa, televisiones, ordenadores, etcéteca. Para disminuir el riesgo, entran de forma separada y tienen cuidado de no superar el umbral legal. Cogimos a un grupo. Dos meses después vimos a uno de ellos robando en un Hipercor de Madrid», se queja antes de denunciar que las leyes no están atajando «la cultura del robo y la impunidad». Reclama un Juzgado de guardia 24 horas y considerar delito la reincidencia.

El destino de los botines robados es muy heterogéneo: «Se venden, en muchos casos, de forma aparentemente legal en determinados tipos de establecimientos o en los llamados canales informales, por las calles e incluso en pisos», sostiene García. 

Pérdidas económicas

¿A cuánto asciende la hemorragia de los comercios, supermercados y grandes superficies? Los datos más recientes de la Asociación de fabricantes y distribuidores (Aecoc) indican que el coste alcanza los 1.800 millones euros anuales en España (incluidos los fraudes por Internet) y los 49.000 millones de euros en toda Europa, si se suman los costes de seguridad, según un informe de Crime & Tech que aumenta sensiblemente las pérdidas en el caso de España hasta los 3.645 millones de euros, situando al comercio minorista español como el más perjudicado entre los países de su entorno. Por detrás se sitúan Francia, Bélgica y Países Bajos.

Aecoc revela que las pérdidas son equivalentes al 0,8 % de la facturación anual, a la que habría que sumarle otro 0,6 % de gasto en medidas de seguridad. Pero no todo ese volumen tiene como responsable a ladrones ajenos a los negocios. Un 22 % de las pérdidas se imputan a personal empleado frente al 59 % de los «robos externos». ¿Qué ocurre con el 19 % restante? Las empresas prefieren catalogarlo como «errores de gestión», es decir, mercancía que se pierde en el proceso de entrega o cuando no cuadra la caja. Independientemente de la autoría, el sector denuncia que estas prácticas «reducen la capacidad inversora de las empresas, su potencial de crecimiento, la generación de empleo y, en el caso de las pymes, puede poner en riesgo su viabilidad». 

Golpes menores en Galicia

¿Cómo afecta el hurto al comercio gallego? Aunque las empresas y organizaciones consultadas creen que es muy difícil cuantificarlo, la Asociación Empresarial del Seguro (Unespa), sostiene que los golpes en Galicia son menores. El coste medio del robo en comercios asegurados de las provincias de Ourense (802 euros), A Coruña (882 euros) y Pontevedra (902 euros), es el más bajo de España, solo por delante de Zaragoza (740 euros). Por municipios, el impacto de los hurtos es menor en Santiago, Lugo y Ourense. Lo que no cambian son las preferencias. Los gallegos, como el resto de españoles, se inclinan por las bebidas alcohólicas y las herramientas.