José Manuel Iglesias Vilas: «Soy un agonías, aunque la edad me ha hecho ser mucho más paciente»

Sofía Vázquez
sofía vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Ana Garcia

«Estoy enamorado del rural. La cultura se genera en él y se destruye en la ciudad», dice el presidente de Gefico y Galopín

19 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un hombre grande, de voz suave. Le gusta la cultura escandinava, por estar basada en el ahorro y ser espartana y sencilla. José Manuel Iglesias Vilas, hijo de la emigración (nació en Montevideo en noviembre de 1959 y llegó a Galicia con 6 años), es el presidente de Cetus, que engloba Gefico (soluciones de tratamiento de agua) y Galopín (diseño y fabricación de parques infantiles). Incluida la patrimonial, Solvis Investment, el grupo factura 20 millones y emplea a 90 personas.

-Hablan tan bien de usted que el día que hablen mal...

-Siempre le digo a mi hijo: haz las cosas bien, que el dinero vendrá después. La mejor responsabilidad social corporativa es apostar por productos sencillos, de calidad, que sean asequibles para el consumidor. Hay que ser responsable con tu gente, con tus colaboradores, con tu entorno.

-Tendrá algún defecto.

-Muchísimos. Soy un agonías, aunque la edad me ha hecho ser más paciente. Cuanto menos tiempo te queda, eres más consciente de que las cosas buenas requieren tiempo. Ver a largo plazo es llegar antes. También fui un poco paternalista, pero he tratado de corregirme. Ahora estoy convencido de que mis colaboradores son mejores que yo. Me interesa todo, y eso es como ser aprendiz de todo y maestro de nada.

-Dicen que tiene ideas para el futuro del campo.

-Soy un enamorado del rural. La cultura se genera en él y se destruye en la ciudad. Se cultiva la reputación, los valores, la conducta honorable. Es cierto que se da la autarquía, que es ineficiente, pero también lo más cercano a la libertad. El hombre del campo es una persona orgullosa, que se gana el pan con el sudor de su frente. En Galicia tenemos un complejo, una vergüenza con respecto al rural, porque somos todos desertores del arado. En Escandinavia el CEO [consejero delegado] de una empresa tiene a gala tener una cabaña en medio de la floresta y acarrear el agua y ser autosuficiente. En Galicia padecemos el complejo de la baja autoestima. El príncipe Carlos de Inglaterra es de profesión ganadero y a mi hijo, cuando fue a estudiar inglés (trabajaba en unas caballerizas) y explicaba que teníamos algunas tierras, le preguntaban si su padre era un lord. Intento defender el rural apoyando aquellas actividades que le aportan economía.

-El problema será que los políticos favorecen que las sedes de las grandes empresas se trasladen a las ciudades y preferentemente a las grandes. Galicia se queda así como dueña de nada y cliente de todos.

-Correcto. Vivimos en una sociedad infantilizada. Invoca la libertad, pero no el concepto que esta lleva asociado, que es la responsabilidad. Los políticos van adonde está el voto. Hay gente que no sabe cómo genera valor, y piensa que este se lo otorga una disposición legal. Por eso tenemos una legislación amplia, profusa, confusa y difusa, con una Administración laxa en su cumplimiento, que de vez en cuando te la aplica estrictamente. Esto genera una muy baja calidad democrática. En Galicia lo vivimos especialmente, porque lo que otorga prestigio social es vivir en la ciudad e inmediatamente, cuando somos de ciudad, hablamos de manera despectiva del hombre del rural, que es el que nos da de comer, genera valor, es el que afronta la lucha con la naturaleza, que es dura pero maravillosa.

-Exportan a casi unos 65 países: ¿habla inglés?

-No fluidamente, pero sí. Tengo capacidad para empatizar con la gente y ponerme en los zapatos de los demás. Me gusta la cultura, quizá por mi vocación frustrada de antropólogo y marinero.

-¿Su empresa quiere llegar a...?

-Quiero ser el mejor, generar deseos y que la gente esté a la cola para obtener mis productos. Lo que no significa facturar más. Nosotros tenemos arquitectos y proyectistas dentro de la fábrica. Es impresionante la capacidad de trasvase de conocimiento. Con nuestro talento, si somos capaces de organizarnos bien, podemos aspirar a ejecutar obras que nadie es capaz de hacer en el mundo. Me gusta la siguiente frase: «ocultemos nuestras capacidades hasta que irrumpamos como un tsunami». Esto lo he aprendido en Galicia. Nuestras mejores obras no están aquí. Hay que hacer el camino de vuelta. Es mejor ser discreto y volver con un bagaje

-¿Es de esos empresarios que ya ha subido el sueldo a la plantilla? ¿Por qué?

-Sí, al colectivo con más responsabilidad, un 12 %. Otro 12 % en el caso de los salarios más bajos. El aumento medio fue de un 8 %. Estamos en un proceso de profesionalización y en otro de sucesión, que repercute en las personas con responsabilidades.

-Habla de sucesión. Tiene un hijo de 26 años, ¿será la segunda generación?

-Él está en el departamento de ingeniería de Gefico. Es ingeniero de campo. Cursa en estos momentos un máster en finanzas. Pero tendrá que demostrar que es mejor que los colaboradores. Ahora tiene una jefa, que es doctora ingeniera química.

-Pero dejar la empresa en manos de otros profesionales que no sean su hijo tiene que ser difícil.

-Para saber mandar hay que saber obedecer. Él puede ejercer una representación de la propiedad profesionalizada, pero no tiene por qué gestionar. Si los que gestionan son mejores, él tendrá que marcar los objetivos. Puede ser un jefe del Estado sin cargos ejecutivos, que es lo que pretendo para mí.

-¿Pero lo ve capacitado?

-Estoy muy contento con él y muy ilusionado. Es muy joven.

mucho que decir

josé manuel iglesias vilas

presidente de gefico y galopín

«Un monte no cuidado puede convertirse en una bomba de biomasa»

Ama la madera, que califica de material perfecto. José Manuel Iglesias es el presidente del Clúster de la Madera, donde tienen voz representantes de toda la cadena de valor. La Xunta presentó un plan sectorial no hace demasiado tiempo. No está cerrado. En una pregunta genérica sobre el asunto, Manuel Iglesias hace una reflexión profunda:

-Desde el punto de vista de la cadena de valor, todos hemos consensuado un tema que aparentemente debería de ser muy sencillo. Es muy necesaria la sostenibilidad ambiental, la social y también la económica. No podemos convertir el bosque en un parque natural. Si ponemos como ejemplo el de O Xurés, vemos que es el que más arde. Hasta hace poco tiempo, A Mariña ardía por los cuatro costados. Al generar economía, la gente cuida su inversión. Sin embargo, tampoco podemos descuidar los aspectos ambientales y sociales. Si la sociedad pretende tener bosques atractivos, bonitos, hay que ayudar a los propietarios afectados por estos deseos que pueden provocar que cualquier plan de negocio deje de ser rentable. Esa es la filosofía de la Política Agraria Común. En ese caso, al propietario del bosque le saldrá rentable y se le podrá exigir que lo atienda. Si no, el plan forestal se queda en economía planificada. Como la soviética. Todos los que vienen a dar consejos al rural son recibidos con los brazos abiertos, pero les pedimos que inviertan. Hay un compromiso por parte de la Xunta de que la viabilidad económica irá asociada.

-Siempre hay pobres y ricos. Dueños de tierras e industrias.

-No. Esa es una visión con prejuicios. Los propietarios tienen que querer que a las industrias les vaya bien, porque repercutirá en su propio beneficio. Además la industria no decide qué hay que plantar, es una cuestión que está en manos del mercado. Los dueños de los montes pueden vender a las compañías locales sus plantaciones y, si no les interesa, proceder a exportar. Son ellos los que deciden a quién venden. Si no, pueden exportar. Y lo hacen. Además, a ninguna empresa le interesa depender de un solo proveedor. Esa es la filosofía de los clústeres: todos nos necesitamos, a todos nos debe ir bien. El ahorro gallego tiene que invertirse en el monte, que de esta manera se profesionalizará más. Un monte cuidado es fantástico, uno abandonado se convierte en una bomba de biomasa.