Bruselas apela al tirón de la demanda interna para mejorar sus previsiones

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

ECONOMÍA

Alerta de que la relajación fiscal en pleno año electoral aleja el objetivo de déficit

06 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La economía española remonta. Y lo hace impulsada por su principal motor: la demanda interna. Lo anticipó ayer la Comisión Europea después de verse obligada a rectificar sus previsiones para España y anunciar que el 2015 será un año todavía mejor de lo que inicialmente había previsto.

El país crecerá al 2,3 %, seis décimas más de lo que Bruselas había anticipado en su informe de otoño. No serán las exportaciones netas -clavo ardiendo al que se aferraba el Gobierno español para salvar las estadísticas- las que tiren del carro. De hecho caerán un 0,3 %. Lo hará el consumo interno de familias y empresas: «El crecimiento robusto del empleo y el aumento de la renta total disponible» son los fenómenos que permitirán el repunte del consumo privado, que aumentará un 2,7 % este año. «Vuelve la confianza y se está creando empleo sólido», aseguró ayer el comisario de Economía, Pierre Moscovici, quien anticipó una caída de los precios del 1 % en el 2015.

El tono del político francés fue de optimismo, en contraste con los habituales reproches que suele hacer Bruselas a España. El comisario apuntó a una recuperación de la inversión, incluso en sectores como el de la construcción, que lleva siete años de ajuste. La tendencia en las cifras de desempleo «es positiva» y puede seguir la misma senda «si continúa la moderación salarial y las modestas subidas de los costes laborales unitarios», reza el informe de la Comisión. El gasto en pensiones seguirá al alza, pero caerá el de prestaciones por desempleo, por la reducción del paro, que pese a los vientos favorables seguirá en cifras escandalosamente altas. Cerrará el año en el 22,5 % (un punto menos de lo que preveía anteriormente la UE) para bajar al 20,7 % en el 2016.

La deuda, talón de Aquiles

Si algo se ha constatado durante estos años de crisis es que el endeudamiento público está descontrolado. Bruselas advierte de que España no debe perder de vista este indicador, que alcanzará el 101,5 % del PIB este año y el 102,5 % el próximo. ¿Gasta España por encima de sus posibilidades? No. La economía pisó el freno por la falta de estímulos fiscales durante la crisis. Y, a pesar de la subida de impuestos, la Hacienda española no ingresaba lo suficiente para financiar el menguante gasto público. Recurrió a la financiación exterior. La factura, a la que se le suman los intereses de la deuda, no deja de crecer y el «bajo crecimiento nominal del PIB» no permite por ahora generar ingresos suficientes para reducir la carga, apunta Bruselas, que añade a todo ello un «considerable déficit presupuestario».

Sacrificar el déficit

La Comisión da por hecho que España incumplirá el objetivo de déficit de este año, fijado en el 4,2 % del PIB, del que se desviará en tres décimas, unos 3.000 millones de euros. En el 2016 se repetirá la jugada. Del 2,8 % acordado, el Ejecutivo comunitario calcula que el déficit se disparará al 3,7 %. Bruselas apunta a tres factores: la incertidumbre por el impacto de la reforma fiscal, la quiebra de autopistas y la posibilidad de que algunas reformas estructurales pendientes no se acometan por la cercanía de las elecciones. Pero las autoridades comunitarias anuncian que presionarán para meter al Gobierno en cintura y mandan de paso un mensaje al electorado: «Las elecciones no son un problema. Es democracia. Nuestros ciudadanos son libres y maduros pero luego deben acarrear con las consecuencias», advirtió Moscovici.

Tirón de orejas a Francia e Italia

París sigue haciendo oídos sordos a las advertencias de Bruselas para que ponga en orden sus presupuestos y presente un plan de reformas creíbles: «Hacen falta medidas adicionales», advirtió ayer el comisario Moscovici, quien deberá anunciar a finales de este mes si sanciona o no a Francia, Italia y Bélgica por incumplir el déficit.

El Gobierno galo se resiste a acometer los recortes que exige la Comisión Europea para cumplir con los tratados. Este año se estima que el déficit ascenderá al 4,1 %. Según los cálculos que manejan las autoridades comunitarias, el Ejecutivo de Manuel Valls ha propuesto un ajuste fiscal equivalente al 0,3 % del PIB, cuando debería alcanzar el 0,5 %. Y lo hace con el convencimiento de que el debate abierto sobre la necesidad de flexibilizar los plazos y mitigar los esfuerzos jugará a su favor: «Hay que profundizar sobre este punto. Continuaremos discutiendo con las autoridades francesas», anticipó el comisario galo antes de anunciar que su país crecerá este año un 1 %: «Se recupera a niveles modestos pero más dignos».

Bruselas no se opone a hacer concesiones. Ya las hizo el pasado noviembre cuando concedió a los tres alumnos díscolos más tiempo para presentar un plan de ajuste realista. La prórroga se acaba y parece que solo Italia ha hecho una propuesta aceptable en lo relativo al ajuste del déficit, pero la Comisión le reprocha la vaguedad de sus recetas para recuperar la salud de su economía, que solo crecerá un 0,6 % después de tres años consecutivos de recesión: «Tienen que especificar más su agenda de reformas económicas y cumplir sus compromisos presupuestarios del 2015», advirtió Moscovici. La deuda es otro de los caballos de batalla para el primer ministro Renzi, quien tendrá que poner a raya una deuda desbocada que alcanzará este año el 133 % del PIB.

¿Y qué hay de Grecia? El enfermo crónico de la zona euro es un enigma. En medio de la incertidumbre de los últimos días, Bruselas no da nada por seguro aunque los signos de mejoría empezaban a despuntar. Tras seis años de recesión, Grecia empezó a crecer en el 2014 (1 %). Si Atenas cumple sus compromisos y sigue la hoja de ruta marcada, la economía helena podría repuntar un 2,5 % este año y un 3,6 % el próximo. Pero la «inestabilidad política» siembra las dudas entre los funcionarios europeos.