Sin pactos sobre poltronas

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Tras cuatro semanas de infarto, Juan Carlos Escotet pagó 1.003 millones de euros por Novagalicia, un 42 % de su valor en libros, porcentaje inferior al que aspiraba el FROB

22 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

José María Castellano, ya ex presidente de facto de NCG, y César González-Bueno, su consejero delegado «fueron dos moscas cojoneras con el FROB y el Banco de España, a los que les gustan directivos más dóciles», dice un estrecho colaborador de ambos en Novagalicia Banco. Discusiones, argumentos, más discusiones. Todo para intentar dar cabida a inversores. Pese a ser incómodos las autoridades económicas no pudieron hacer otra cosa que reconocer el trabajo realizado en una entidad que ideó la solución de arbitraje de las preferentes, pensó en obedecer las órdenes de Bruselas sobre su «adelgazamiento» sin perder el empleo de lo que se conoce como Evo -ahora en manos de Apollo- y de las 66 oficinas que se vendieron al Etcheverría. Las últimas cuatro semanas, desde que se inició el proceso de subasta propiamente dicho, fueron intensas.

El primer gran disgusto

Orden de venta para el 2016. No había prisa. La entidad ya estaba capitalizada y podría venderse en septiembre del 2016. Sin embargo, no se sabe bien por qué motivo, el FROB encargó a la consultora McKinsey, en colaboración con el banco de inversión Nomura, un informe para analizar cuál era el mejor camino. Se concluyó que había que proceder a una «desinversión acelerada, dado que esperar a 2015 podría erosionar significativamente el valor de la entidad». Así se podría obtener el mayor precio de venta, argumentaba la consultora. Ese fue el primer gran disgusto para la cúpula de NCG. Y aunque sin creerse la explicación dada (la mejor estrategia, sin duda, sería esperar a que la entidad cogiese valor), el banco gallego puso la maquinaria en marcha.

Pistoletazo de salida

Cambian las reglas. Comienzan los sondeos de mercado del FROB (a través de BNP) sobre lo que en lenguaje técnico se denomina «apetito inversor» que había por la primera institución financiera de Galicia. Y resultó ser atractiva. BBVA, Santander, La Caixa, Banesco, Guggenheim, JC Flowers, Oak Tree, Ross Jr Wilbur Louis y Anchorage se mostraron interesados. Pero solo los siete primeros realizaron una oferta el 16 de diciembre. Una semana antes, Castellano reconoce uno de los momentos más complicados, incluso aceptaría calificarlo como el más dramático. El FROB, por orden directa del Ministerio de Economía, cambia las reglas del concurso y comunica a los interesados que los créditos fiscales no se van a tener en cuenta en la valoración de las ofertas. Una regla que beneficiaba a la banca española. Lo que hubo entre el viernes 13 y el lunes 16 fueron días de inquietud, donde el miedo a perderlo todo imperaba en el banco. Por las sedes de Vigo y A Coruña habían pasado equipos de todos los interesados para conocer las entrañas. Nadie tuvo problema en dar la información, siempre que los modales fueran buenos.

Reuniones y reuniones

Desde Moncloa hasta la Xunta, pasando por los sindicatos. Hubo tantas personas, organizaciones e instituciones involucradas en el proceso de venta de la entidad que las reuniones se multiplicaron. Rajoy tenía pleno conocimiento del tema. También Feijoo y su equipo económico en la Xunta, el PSdeG, el BNG y AGE, los sindicatos, los empresarios. Una de las bazas que jugó a favor del proyecto que defendían Castellano y González-Bueno es que nunca negociaron ni un sillón, ni una poltrona ni ningún contrato laboral con aquellas entidades que presentaron ofertas. Y se lo ofrecieron, al igual que mantener la marca o ayudar a la obra social.

Llegó la adjudicación

A la mejor opción. El miércoles 18 el FROB anuncia que Banesco se queda con Novagalicia. Era la mejor oferta. 1.003 millones por el 89 % del capital y sin esquema de protección de activos. Nadie daba más. Se considera que el resto de entidades pedían «salvavidas» por valor de entre 2.000 y 2.500 millones. Escotet le aplicó una rebaja sobre el valor en libros del 42 %, algo menos de lo que quería el FROB (55 % que obtuvo por la venta de Evo).