«Lo que hay está ahí. Aquí nadie se ha llevado nada»

N. Bore MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

El presidente de Pescanova rompió tres meses de silencio horas antes de que el juez Ruz lo imputase por tres delitos

24 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Tranquilidad. Si una palabra pudiera definir ayer la actitud de Manuel Fernández de Sousa en su primera entrevista después de tres meses de sepulcral silencio es precisamente esa: tranquilidad. El presidente de Pescanova llegó a primera hora de la mañana a los estudios centrales de la Ser, en Madrid, con semblante relajado y sonriente. Casualidad o minuciosa planificación estratégica, lo cierto es que Fernández de Sousa se decidió a hablar pocas horas antes de que el juez Pablo Ruz dictara el auto de su imputación.

Nada parecía alterar su tranquilidad mientras despachaba -con calma y sin concretar demasiado, en un ejercicio de pericia para obviar los asuntos más espinosos- la batería de preguntas sobre el desplome financiero de la multinacional pesquera, al frente de la que ha pasado 37 años y de cuyas funciones ejecutivas fue apartado por decisión judicial.

A la pregunta formulada por La Voz -ya en plena Gran Vía madrileña- sobre cómo estaba viviendo la tormenta del concurso de acreedores y las acusaciones penales contra él y algunos de sus consejeros, Fernández de Sousa respondió con un amable y sonriente «bien, bien», para luego desgranar sus argumentos. «Lo que hay, ahí está: Chapela, Xove, etcétera. Lo que es Pescanova todo el mundo lo conoce. Aquí nadie se ha llevado nada. Todo está ahí y ahí seguirá estando», sentenció, para insistir en su convencimiento de que «el proyecto [empresarial] está bien enfocado». Previamente, en una entrevista de veinte minutos, el presidente defendió su gestión al frente de Pescanova y negó las acusaciones de haber hecho uso de información privilegiada para vender la mitad de su paquete accionarial y embolsarse casi 27,5 millones antes de que su valor se hundiera al trascender la enorme deuda -más de 3.000 millones- de la multinacional.

Comenzó admitiendo que el haber estado en silencio tres meses, desde que estalló el escándalo financiero, no había sido «un acierto» y dio su versión de los hechos que han conducido al concurso de acreedores de la pesquera señalando como causa principal la crisis financiera, junto con un crecimiento «abordado desde el crédito». «El día a día son aciertos y desaciertos», dijo, admitiendo que «si hubiéramos sabido estimar esta crisis financiera, pasando de haber crédito en abundancia a no haberlo, no habríamos invertido tanto».

En cualquier caso, negó que Pescanova tenga un agujero de 3.000 millones de euros. «Se están confundiendo las cifras. El agujero del que se habla no existe y el valor de la empresa excede con mucho su pasivo», aseguró tras insistir en que nunca empleó información privilegiada en la venta de títulos.

Confianza en la compañía

«Uno vende porque no cree en la compañía, pero ese no es mi caso porque si fuera así no seguiría siendo el principal accionista», dijo. A la pregunta de por qué vendió la mitad de sus acciones a espaldas de la CNMV, respondió que no fue para lucrarse sino porque no le quedó «más remedio». Afirmó que lo hizo para ayudar a la empresa en sus tensiones de tesorería. «En caso contrario, no le habría prestado a Pescanova diez millones dos días antes del concurso», apuntó.

«Moralmente me siento tranquilo. Todo lo que he hecho ha sido en beneficio de la empresa. No creo que deba temer a la Justicia», concluyó, manifestando que luchará «por que no se fraccione Pescanova», para lo que apoyará a los administradores concursales. «Estaré, como he estado toda mi vida».

«Moralmente me siento tranquilo. Todo lo he hecho por Pescanova. No creo que deba temer a la Justicia»

«El agujero del que se habla no existe y el valor de la empresa excede con mucho su pasivo»

«Si no creyera en la compañía, no seguiría como el mayor accionista»

M. Fernández de Sousa