El detonante fue la incapacidad de Bankia para pagar su deuda
20 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.El día que el Gobierno reconoció que Bankia no podía hacer frente a una deuda de miles de millones (fue creciendo hasta llegar a los 19.000 millones de euros) fue cuando el país se puso a los pies de los caballos de las exigencias de Bruselas. La troika, presionada también por esos mercados a los que les interesan más las gangas que el bienestar de la ciudadanía, comenzó a pensar que si el Gobierno no era capaz de hacer frente a la deuda de la entidad que había presidido Miguel Blesa y Rodrigo Rato, menos lo sería para asumir los compromisos económicos del país.
A partir de ahí, argumentan fuentes financieras, «todo fue improvisación por parte del Ejecutivo, quien en ese transcurrir de los acontecimientos se vio obligado a pedir el rescate». Dicho y hecho, Bruselas le ofrece a la sexta economía de Europa una línea de crédito de 100.000 millones de euros, de los que posiblemente las entidades vayan a pedir del orden de los 40.000 millones. A cambio ha tenido que seguir al dedillo un Memorándum de Entendimiento que pasó por recortes que afectan con dureza a la ciudadanía en general.
Mientras todas las entidades financieras españolas se encuentran sumidas en un proceso de limpieza de tóxicos y reestructuración, el país vive ante la duda si tendrá que hacer frente a un nuevo rescate. Si llega se apuesta porque sea el próximo año. Falta por saber a cambio de qué.