Fusiones como vía de escape

E. D. SALGADO REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

GUSTAVO RIVAS

El sector inmobiliario tantea uniones grandes de compañías para evitar quiebras

06 abr 2012 . Actualizado a las 07:03 h.

En su primera comparecencia pública, Fernando Rodríguez-Avial, presidente del G-14 (el lobby de las principales empresas del sector), sugirió que, tras las olas de refinanciación, para las grandes inmobiliarias este año toca empezar a hablar de fusiones. Su argumento, que estas compañías, con una deuda conjunta entre las cotizadas de más de 20.000 millones en el 2011, están controladas por las mismas entidades que son sus mayores acreedores y, al amparo de la concentración bancaria, llegará la inmobiliaria.

quién manda

Lo deciden los bancos.

El camino para lo que Rodríguez-Avial denomina fusiones podría ser algo más complejo que el de acuerdos entre compañías. Deciden los bancos, exigidos además por la necesidad de incrementar provisiones sobre sus activos en el sector. Así que las fusiones podrían llegar vía reordenación de las carteras inmobiliarias de las entidades. Ya la inició La Caixa, que ahora gestiona sus intereses a través de Criteria CaixaHolding, con presencia en el accionariado de Colonial y Metrovacesa, y acaba de reducir su participación en esta última. Hasta ahora, la banca había optado por refinanciaciones para mantener a flote a las inmobiliarias. Lo explica José García Montalvo, profesor de Economía de la Universitat Pompeu Fabra: «Muchas inmobiliarias no son viables y subsisten como zombis mientras piden renegociaciones de deuda».

Pero el elevado apalancamiento del sector, unido a las nuevas exigencias de saneamiento de los balances bancarios, hace necesario algo más que refinanciaciones. «Llegado un momento los bancos detendrán las renegociaciones y dejaran caer estas empresas o tendrán que tomar acciones de las compañías, si están cotizadas, a cambio de los préstamos que no puedan devolver», dice Montalvo.

los dos grupos

Patrimonialistas o promotoras.

Y en este punto, opina María Romero, analista de AFI, «la alternativa se plantea entre seguir asumiendo costes o empezar a generar rendimientos». Romero recuerda que las fusiones no son una solución a corto plazo, «pero pueden ser una vía, en la que las deficiencias de una compañía se compensen con las fortalezas de otra». El sector se distribuye en dos grupos: patrimonialistas y promotoras. Colonial, Realia, Renta Corporación y Testa (filial de Sacyr), en el primer grupo, han vuelto a los beneficios durante el 2011, pese a la bajada de las operaciones y el descenso en los precios del alquiler, que sin embargo sigue siendo el segmento de negocio más rentable. Martinsa, Metrovacesa, Quabit y Vallehermoso (Grupo Sacyr), enfocadas hacia la promoción, han sufrido este desplome. Y son las que han experimentado mayores sacudidas en el final de ejercicio. La compañía de Fernando Martín ha reconocido dificultades para afrontar los primeros pagos (apenas el 0,5 %) de su enorme deuda, mientras pleitea con los ex propietarios de Fadesa. Sacyr ha cambiado de cabeza visible después del intento de Luis del Rivero de forzar su posición en Repsol para lograr dividendos con los que enjugar la deuda y que se resolvió en octubre con su destitución.

una salida

Orientarse hacia el alquiler.

«La perspectiva general del alquiler como forma de tenencia de vivienda es muy buena para los próximos años. Las sociedades inmobiliarias patrimonialistas no deberían tener excesivos problemas para navegar la crisis», apunta Montalvo, que matiza: «Las fusiones de inmobiliarias patrimonialistas y residenciales solo tienen sentido si la residencial tiene poca carga de suelo y las viviendas terminadas por vender pudieran transformarse en viviendas en alquiler. No tendría mucho sentido en términos de negocio (aunque pueda tenerla contablemente a corto plazo), fusionar una patrimonialista con una que se dedique a la venta de inmuebles si el objetivo es comercializar pisos en el complicado contexto actual del sector inmobiliario».

Metrovacesa empezó a abandonar la actividad de promoción y reorientar sus pasos hacia la explotación en régimen de alquiler de su patrimonio. En Sacyr, fue la actividad patrimonialista la que consiguió compensar el desplome del negocio promotor (un 60 %) durante el 2011. Colonial volvió a beneficios, 15 millones el año pasado, cuando había perdido 739 millones el anterior, aunque las ganancias procedieron de SFL, su filial en Francia. En Realia, también en beneficios, la actividad de alquiler aumentó su facturación, mientras que los ingresos por ventas cayeron un 49 %.