El euríbor a doce meses, el indicador con el que se evalúan la práctica totalidad de las hipotecas y que se calcula con el tipo medio al que se prestan varios bancos en Europa, cerrará el mes de octubre en el 2,11 %. Es su tasa más alta desde julio. Para un un préstamo de 150.000 euros y un plazo de amortización de 25 años y que se revise en noviembre, se traduce en una subida de unos 45 euros mensuales, alrededor de 540 euros más al año. Si ese mismo crédito es de 180.000 euros, la subida sería de 54 euros al mes, esto es, casi 650 más en 12 meses. Un tercer ejemplo: para 120.000 euros de hipoteca, la diferencia será de 37 euros mensuales, 440 al año. Todo ello con un diferencial del 0,7.
Hace un año, el euríbor cerró en el 1,495 %, seis décimas por debajo de la previsible media con la que cerrará este mes. A lo largo del cual, el indicador más utilizado para el cálculo de hipotecas ha evolucionado moderadamente al alza, y ha pasado del 2,085 % del día 1 al 2,129 % de ayer, su nivel medio diario más alto desde el pasado 4 de agosto.
La mayoría de los analistas calculaban que el euríbor, que suele subir o bajar en función de los aumentos o descensos de los tipos de interés que aprueba el Banco Central Europeo (BCE), se situaría a finales de año en torno al 2,5 %, e incluso más, hasta rozar un 3. Ambos datos parecen ya descartados.
Durante este año, el BCE ha aprobado dos subidas de tipos, ambas de un cuarto de punto, la primera de ellas en abril y la segunda en julio. En primavera, situó la tasa en el 1,25 %, en la que era la primera alza en cerca de tres años, y dejó entonces abierta la opción de nuevas subidas durante el año, en caso de que fueran necesarias para frenar la inflación. Lo mismo ocurrió en julio, cuando el organismo situó los tipos en el 1,5 %.
Si se cumplen los últimos avisos del ya presidente saliente, Jean Claude Trichet, aún quedaría un tercer repunte antes de acabar el año. Sin embargo, los analistas creen que con la actual crisis de deuda y la amenaza de otra recesión, esa situación ya no se va a dar. De hecho, en las últimas semanas se intensificó el debate sobre la necesidad de que el BCE hiciera lo contrario, es decir, que bajara los tipos. Pero no ha sucedido.