La calle no quiere pagar la factura

Óscar Santamaría

ECONOMÍA

Nerviosos, sin saber muy bien qué va a pasar en los próximos meses, los neoyorquinos esperan que el plan de rescate funcione. Aunque lo hagan con resignación

05 oct 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«No he leído mucho todavía en detalle sobre ello, aún no tengo claro cómo nos van a devolver el dinero que vamos a prestar para ayudar a los grandes bancos. ¿Me lo van a quitar de mi sueldo todos los meses? Creo que tiene que haber una solución pero no a costa de los contribuyentes». Joseph M., de 42 años, salió el viernes a trabajar, como todos los días desde hace nueve años, enfundado en su uniforme de DHL para hacer la ruta que atraviesa el otro corazón financiero de Manhattan, el Midtown, donde en un par de bloques se concentran las oficinas centrales de JP Morgan Chase, Citigroup, la antigua Lehman Brothers (ahora Barclays) o Morgan Stanley. No sabe muy bien por cuánto tiempo seguirá llevando paquetes a estos imponentes rascacielos. «Estoy muy preocupado por la crisis, mi compañía también está en apuros porque, si quiebran las empresas para las que trabajamos, nos contratan menos para hacer envíos y, al final, al que despiden es a mí», señala Joseph. Y añade que ya está notando en sus bolsillos la debacle de Wall Street: «Yo ya estoy perdiendo dinero, mis ahorros para mi jubilación valen cada vez menos».

En la esquina de la calle 46 con Park Avenue, por donde pasa todos los días Joseph con su camión, tiene un puesto de comida callejera Maribel Macedo, inmigrante mexicana que ha conseguido tener su propio negocio. «Pero no sé cuánto me va a durar», dice intranquila. «El 80% de mis clientes trabajan en estos rascacielos, ahí enfrente está Wachovia, y he leído que están en problemas y van a despedir a muchos trabajadores. ¿A quién voy a atender entonces?». Maribel sabe poco del plan de rescate recientemente aprobado: «Yo no sé muy bien de qué se trata, supongo que serán ellos, los políticos, los que entiendan todo este lío».? Uno de sus clientes habituales, Jack Simpson, vestido con un impecable traje hecho a medida, directivo de una de las compañías protagonistas de esta crisis, de la que prefiere no dar el nombre, lo tiene más claro. Aunque se muestra preocupado -«todo el mundo en esta avenida lo está»-, confía en que los 700.000 millones que destinará el Gobierno a salvar a las compañías en crisis ayude a superar este profundo bache. «Creo que el bailout (como se conoce a este plan) es la solución más razonable».

Entre emigrantes

Treinta calles al sur, en el popular barrio del Lower East Side, de clase trabajadora y donde la gran mayoría de sus residentes son inmigrantes, no ponen buena cara cuando se les pregunta por este paquete de rescate bancario. «No estoy de acuerdo, porque ese dinero va salir de nuestros ahorros o va a poner en riesgo nuestras pensiones», señaló Patrick Saulino, preocupado por qué pasará en los próximos meses. Igual de intranquila está Gloria Foley, de origen colombiano: «La gente está nerviosa, la vida se está poniendo cada vez más cara, sobre todo con la sucesión de acontecimientos de los últimos días». Tampoco comparte el bailout diseñado por la Casa Blanca: «Mejor que nos ayuden a nosotros y no a los grandes bancos, ellos son los que van a salir ganando al final», apunta.

Todos ellos ponen rostro a las encuestas difundidas estos días sobre cómo ven los ciudadanos lo que está pasando. Así, 8 de cada 10 se muestran preocupados o muy preocupados por la crisis, mientras que el 55% no están de acuerdo en que el Gobierno deba salir en auxilio de las compañías financieras. «¿Me va a ayudar la Casa Blanca a mí cuando me despidan?», pregunta Joseph arqueando las cejas.