Sacyr tira la toalla y se va de Eiffage al mismo precio que pagó por entrar

ECONOMÍA

El pacto para la venta de su 33% en la gala incluye el compromiso de retirada de todas las demandas judiciales

18 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Sacyr Vallehermoso rubricó por fin ayer su salida del mercado galo, una aventura que comenzó hace ahora dos años y que ha acabado convirtiéndose en un auténtico infierno para la constructora española. La empresa que preside Luis del Rivero ha cerrado la venta de su 33,3% en Eiffage a un grupo de inversores institucionales franceses que cuentan con el visto bueno de la gala.

La operación se ha ejecutado a 62 euros por acción, uno por debajo de lo previsto inicialmente. Se trata exactamente del mismo precio que Sacyr pagó cuando adquirió la participación, con lo que abandona el barco con lo puesto, es decir, sin ninguna plusvalía que anotarse en sus cuentas. Incluso ha perdido dinero: el de los intereses de los créditos que solicitó para su particular desembarco de Normandía y el que se ha gastado en abogados.

Eso sí, a cambio se asegura la paz judicial. Y es que el acuerdo incluye el compromiso de ambas partes de retirar todas las demandas interpuestas desde que se inició esta encarnizada batalla, incluida la que ha llevado a Del Rivero a ser imputado por «difusión de informaciones falsas o engañosas» -un delito que en Francia está penado con hasta dos años de cárcel y 1,5 millones de euros de multa- y que ha obligado a Sacyr a depositar una fianza de cinco millones de euros.

Lo cierto es que la española se ha quitado un peso de encima, pues su aventura francesa (más bien desventura) no le ha reportado más que quebraderos de cabeza en estos dos años.

Zancadilla tras zancadilla

Desde el principio, los responsables de Eiffage, con su presidente, Jean-François Roverato, a la cabeza, dejaron claro que Del Rivero y los suyos no eran bienvenidos. Pero, la verdadera guerra comenzó hace justo un año, cuando la junta de accionistas de la francesa vetó la entrada de Sacyr en el consejo de administración, después de privar del derecho de voto a decenas de accionistas españoles -entre ellos estaba la inmobiliaria Rayet- a los que acusaba de actuar en concertación con el grupo constructor, que se quedó sin los cinco asientos a los que aspiraba en el máximo órgano de dirección de la francesa.

Fue entonces cuando el enfrentamiento acabó en los tribunales: Roverato puso en manos de la Justicia la supuesta concertación de los socios españoles, acusando a Sacyr de haber infringido la normativa bursátil francesa, y Del Rivero hizo lo propio con el portazo a su entrada en el consejo.

Alivio

Ahora el culebrón ha terminado y en Sacyr suspiran aliviados. La mayor parte de los 1.920 millones de euros que ingresará la empresa con la venta se destinarán a cancelar los préstamos que financiaban la inversión en Eiffage y que, a 31 de diciembre, ascendía a 1.713 millones. El resto tiene otro fin: recortar la abultadísima deuda del grupo constructor (casi 20.000 millones de euros).

El alivio se entiende aún mejor si, como recuerdan algunos analistas, se tiene en cuenta que hasta hace apenas unos días el equipo Del Rivero no sabía si iba a tener que hacer frente a una nueva opa sobre la francesa (obligado por la Comisión de Valores gala), esta vez en metálico, difícilmente asumible para la endeudada constructora.

En un escueto comunicado enviado ayer a la CNMV, la firma justificó su decisión alegando que «con esta venta se pone fin a una situación de conflicto que se estaba prolongando en el tiempo, lo que permitirá a Sacyr Vallehermoso dedicarse a otras iniciativas».