Los inversores empiezan a sospechar que la unión Endesa-Iberdrola no saldrá adelante La propuesta sobre el expediente más «caliente» del Tribunal de Defensa de la Competencia en su historia, el de la fusión de Endesa e Iberdrola, estará sobre la mesa de Rodrigo Rato el miércoles. Aunque el Gobierno dispone de un mes para analizarla, la dimensión del proyecto y su carga política llevan a pensar que la decisión recaerá en el presidente Aznar. Se tomará en Consejo de Ministros el 9 de febrero pero los inversores empiezan a sospechar que las condiciones impuestas harán inviable el proyecto.
06 ene 2001 . Actualizado a las 06:00 h.Los nueve miembros del tribunal no tienen una opinión unánime sobre la operación, y un tercio discrepa abiertamente sobre la posibilidad de darle «luz verde» bajo cualesquiera condiciones. Fuentes próximas comentan que el trabajo que resta ahora a este organismo es redactar un texto de consenso que vaya acompañado del más reducido número de votos particulares posible. El Ejecutivo puede atender o no las recomendaciones del Tribunal, pero el veto que impuso a la compra de Hidrocantábrico por Fenosa sentó cátedra y ha puesto verdaderamente difícil la iniciativa de Endesa e Iberdrola. El Gobierno sentenció que debe haber al menos cuatro firmas de generación y ninguna con más cuota que la que tiene Endesa. Flancos débiles La propuesta de las dos eléctricas acató los requisitos conocidos pero dejó flancos que la Comisión Nacional de la Energía (CNE) sacó a la luz. La empresa fusionada tendría que recortar su cuota de clientes más allá de los 4 millones a que se declaraba dispuesta y a la CNE no le pareció bastante la limitación al crecimiento futuro en comercialización, de manera que demandó dispersión geográfica. Otro obstáculo adicional sería la prohibición de llevar a cabo intercambios con compañías europeas, para rebajar la concentración sin asfixiar el crecimiento. Si todas las recomendaciones de la Comisión hubieran de llevarse a la práctica, reconocieron altos cargos de Iberdrola y Endesa, «la fusión sería económicamente inasumible». En este escenario, los inversores, por ejemplo, ya empezaron a percibir signos de debilidad en los protagonistas, y de cierta firmeza en Repsol, que sigue al acecho de Iberdrola, tras dos intentos frustrados.