Patrimonio olvidado por donde transitan cientos de peregrinos

Javier Benito
javier benito LALÍN / LA VOZ

SILLEDA

MIGUEL SOUTO

La maleza amenaza con causar daños de consideración en la construcción, cuyo entorno también requiere actuaciones

05 nov 2017 . Actualizado a las 09:12 h.

Centenares de personas y peregrinos transitan cada año por uno de los emblemas arquitectónicos de Deza. Hablamos de Ponte Taboada, frontera entre Lalín y Silleda, por donde discurre la Vía da Prata. Permite salvar desde hace más de 1.200 años las aguas del río Deza. Pero esa relevancia histórica y monumental se olvida por quienes deben velar en su conservación, desde las administraciones locales a la autonómica. Las primeras para impulsar medidas con el objetivo de mantener en unas mínimas condiciones la construcción y su entorno; la segunda para impulsar acciones de puesta en valor y garantizar su futuro.

Un simple paseo por este bello rincón de la comarca dezana justifican las palabras anteriores. Sirven también las fotografías de esta página para testimoniar algunas de las deficiencias en su cuidado o los errores en las labores acometidas en su momento cuando, por ejemplo, resultó necesario colocar sillares nuevos en el puente. En este caso acaparan el negativo protagonismo visual al desentonar con el resto, sin que se canteasen los bordes o se aplicase algún tipo de tratamiento para desgastar la piedra, asemejando así su estado al del resto de la construcción.

Los muros de Ponte Taboada se convirtieron en semillero para todo tipo de especies vegetales, algunas incluso de considerables proporciones. Si no se adoptan medidas correctoras puede avivarse el riesgo actual de que afecten a la estructura. Entre las juntas de los sillares se pueden encontrar desde brezo blanco, de poderosas raíces capaces de penetrar entre las juntas, al espino y la retama, así como helechos o zarzas que penden de los muros. Y no falta incluso un laurel pegado al pie del puente.

El muro lateral de la construcción según se accede desde la vertiente lalinense presenta un progresivo desplazamiento y debería evaluarse. Todo el conjunto, el propio entorno necesita una limpieza de la vegetación y de la piedra, así como reparar elementos deteriorados, entre ellos el monolito indicador de que discurre por Ponte Taboada el camino jacobeo.

Mención especial merece la piedra donde figura la inscripción fundacional del puente, datado en el año 912. Presenta grietas en constante aumento que pueden, con el tiempo, provocar un riesgo de fragmentación y de pérdida de este elemento patrimonial de enorme interés. La degradación amenaza este simbólico elemento por otra parte olvidado, sin que se mantenga en condiciones su superficie para leer el texto ni tampoco cuenta con una señalización específica ni una reproducción de las palabras grabadas hace siglos y siglos.

Como apuntaba el investigador lalinense Francisco Rubia en La Voz, resultaría primordial realizar un molde por especialistas de esa leyenda fundacional esculpida en la roca. Por ahora el desgaste erosivo no convirtió en ilegible el texto pero penden peligros sobre su futuro. Una más de las carencias a solucionar en este idílico rincón de Deza, con un patrimonio olvidado.