Una profesora que dejó huella

Rocío García Martínez
rocío garcía LALÍN / LA VOZ

LALÍN

cedida

Alumnos del colegio Xesús Golmar y de la escuela unitaria de Catasós brindaron este domingo un homenaje a la maestra jubilada Esther da Silva

17 oct 2021 . Actualizado a las 20:13 h.

El auditorio municipal de Lalín acogió este domingo un cálido homenaje a la maestra lalinense Esther da Silva organizado por los alumnos y alumnas a los que alguna vez dio clase durante sus casi treinta años de docencia en la capital dezana. La profesora ejerció durante dieciséis años en la escuela unitaria de Catasós y durante otros trece en el colegio Xesús Golmar.

El homenaje fue organizado en secreto, con la complicidad de la familia de la maestra. La homenajeada se llevó una sorpresa mayúscula al llegar al auditorio y descubrir lo que estaba pasando. Al tributo quisieron sumarse varias docentes que compartieron con Esther da Silva una etapa que se cerró en el 2007, con la jubilación de la profesora. Pese a los años transcurridos, el cariño de los escolares de antaño y el reconocimiento de sus compañeras demostraron que esta profesora dejó huella en su paso por las aulas. No cabe mayor satisfacción para cualquiera que se dedique a la enseñanza.

Esther da Silva Portela, pontevedresa de origen, ha vivido en Lalín la mayor parte de sus 78 años. Dozón y Soutelo de Montes fueron algunos de sus primeros destinos. Cuando su marido obtuvo la plaza de notario en Lalín, Esther recaló definitivamente en la capital dezana. Su marido no es otro que Victorio Gutiérrez Aller, jurista a quien el Concello de Lalín nombró hijo predilecto en 2016.

Maestra, orientadora y chófer

En Catasós, Esther da Silva dejó un bello recuerdo por su especial dedicación y voluntarismo en una de aquellas escuelas de aldea donde la maestra era casi una vecina más, de tan estrecho que llegaba a ser el contacto con los alumnos y con sus familias. Una escuela rural donde los niños salían al bosque para reconocer árboles o animales y donde las estaciones no se enseñaban en una pizarra, sino con la experiencia directa sobre el terreno. Una escuela donde la música y la imaginación se estimulaban tanto como las primeras nociones de matemáticas o lengua. Una escuela, también, donde la profesora hablaba gallego, adaptándose a sus alumnos, y no al revés. La maestra era docente, cuidadora, pedagoga, administrativa orientadora e incluso chófer, ya que ella misma llevaba en su coche a los niños que carecían de medios de transporte para acudir a clase.

Educación en la diversidad

Tras su paso por la escuela unitaria de Catasós, Esther pasó al colegio Golmar de Lalín, donde permaneció hasta su jubilación. Allí también pasaron por sus manos varias generaciones de niños a quienes moldeó con métodos quizá poco ortodoxos pero siempre avanzados, incluyendo el enfoque hacia la educación en la diversidad. En el año 2002 incluso alcanzó una imprevista notoriedad su obrita de teatro Mariñeiros do Nadal, donde alumnos del centro representaban la catástrofe del Prestige y que sería posteriormente publicada en formato cuaderno con textos de los diálogos y dibujos realizados por los niños. Casi veinte años después, algunos de aquellos pequeños actores aplaudieron este domingo a su maestra.