«Nuestros hijos son unos luchadores»

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

LALÍN

MIGUEL SOUTO

La asociación Aranes nace para atender las necesidades de niños con diversidad funcional de Deza

11 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Nuestros niños son unos campeones, unos auténticos luchadores», dicen los padres que forman parte de Aranes que acaba de presentarse en Lalín. Una Asociación de Rapaces e Amigos con Necesidades Especiais que abarca la comarca de Deza y que nace para unir fuerzas y para visibilizar y sensibilizar sobre las necesidades de estos niños con diversidad funcional.

A Pablo Carrón Reboredo (presidente), María Quinteiro López (vicepresidenta), Inma Sánchez Cordido (tesorera) e Inés García García (vocal) se les pinta en la cara una sonrisa de oreja a oreja cuando hablan de sus niños con el infinito cariño con el que solo puede hacerlo un padre o una madre. Ellos mejor que nadie saben lo que es luchar por la integración, lo que es salir a un parque con sus pequeños y pasar un mal rato, que te miren raro, que se aparten, encontrarse todos los días con que te ocuparon la plaza de minusválido a la puerta del colegio, lo que es luchar cada día porque que los colegios tengan los recursos que sus hijos necesitan, porque mejoren, porque aprendan, estar las 24 horas de los 365 días del año pendientes de sus necesidades, de las clases de rehabilitación, de la fisioterapia.

Todo para conseguir lo que queremos todos los padres todos los días, que nuestros hijos sean felices, que se vayan superando y que su vida resulte cada día un poquito mejor, que tengan idénticos derechos y que los miren y los traten con naturalidad. Y es que en el fondo todos, cada uno a nuestra manera, al igual que ellos, también somos diferentes.

Algo que parece fácil pero que lleva consigo un esfuerzo tremendo. La asociación cuenta ahora con quince niños de la zona (tienen 24 identificados) y 150 socios, sumados en una semana. Los pequeños tienen patologías diversas, pero problemas y necesidades comunes. De ahí la importancia para las familias de hacer piña y echarse una mano mutuamente después de años de remar en solitario. Niños con autismo, con parálisis cerebral, con retraso psicomotriz, malformación cerebral, epilepsia, síndrome de Down, síndrome de West, hiperactividad, síndrome de Lennox-Gastaut, entre otros, y pequeños que suman varias patologías.

Licenciarse con seis años

Después de años de luchar por separado, acaban de dar el paso. Y en ese camino nació Aranes. Uno de sus objetivos es conseguir ayudas para hacer frente a muchas necesidades que no cubre ni la Seguridad Social, la Sanidad o Educación. Destacan que «existe un vacío en la atención a estos niños desde los siete a los dieciocho años». Y esa es precisamente la edad en la que se encuentran los niños de Aranes.

Frente a esto defienden que, como cualquier persona, el aprendizaje es posible a lo largo de toda la vida y ponen como ejemplo la rehabilitación y la mejoría que puede tener una persona que sufre un derrame cerebral a los 40 años. Apuntan que «de cero a seis años tienen un logopeda, un fisioterapeuta, un montón de profesionales que trabajan con el niño, pero cumple seis años y ya lo dan de alta». De cero a seis años, explican, «tenemos atención temprana y de dieciocho para adelante centros de día, pero en medio no hay nada». Se quejan de la falta de recursos en los colegios, de la necesidad de trabajar en la concienciación y de encontrar fondos para organizar actividades de ocio para los niños, de visibilizar sus problemas y de formar profesionales o crear un voluntariado. Desde hace seis años, apuntan, «tenemos un curso en la piscina y los monitores nos demandan formación porque no saben cómo tratar a los niños».

Quieren que la salud de un niño no depende de la economía de las familias. Explican que «son niños que necesitan una atención continua y el padre o la madre tienen que dejar de trabajar para atenderlos». Las terapias, apuntan, son caras. «Las sesiones con un logopeda son 180 euros al mes, 300 euros ir a un colegio especial, una sesión con un fisioterapeuta son treinta euros, hay niños con una discapacidad de un 85 % que desde que cumplen los seis y hasta los dieciocho no tienen derecho por ejemplo a un fisioterapeuta», señalan. Defienden que «en Lalín no hay centros especiales, sí fuera, pero no creemos que sea una solución internar a un niño, porque tienen que estar con su familia, en su entorno, necesitan nuestro cariño como cualquier otro. Por lo que luchamos es por la integración», subrayan.

Ayer se presentaron en un acto celebrado en el consistorio de Lalín en el que estuvo el edil de Benestar, Nicolás González Casares. El Concello ya designó a una persona como interlocutor con el colectivo, que ya les brindó un local: la antigua sede del Centro de Información á Muller, ubicado en el edificio del centro social.

Entre los fines de la asociación figuran «la defensa de la dignidad de los niños y jóvenes con discapacidad y el apoyo a las personas y a las familias para la mejora de la calidad de vida de estos niños». Sus necesidades: ayudas para un logopeda, un fisioterapeuta, un psicomotricista, terapia ocupacional, psicólogo y posibilidades de un programa de respiro familiar., entre otras. Que consigan sus objetivos es tarea de todos.

El colectivo se creó en Lalín con espíritu comarcal para unir a familias y amigos de niños con necesidades especiales y luchar por sus derechos

La visibilización de sus problemas, la consecución de ayudas y la realización de actividades que mejoren su calidad de vida promoviendo la integración