La torre de Cira, en el olvido

J. B. LALÍN/LA VOZ.

DEZA

Un libro recupera un artículo de López Ferreiro sobre uno de los ejemplos en la zona de patrimonio en peligro

18 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El ingente patrimonio eclesiástico y civil en Deza y Tabeirós-Terra de Montes, atesorado durante siglos, resulta difícil de preservar tanto por las instituciones públicas como por los propietarios particulares. Un legado histórico que requiere inversiones constantes, aunque quizás lo más importante es la necesidad de planes conjuntos para preservar esos bienes y ponerlos en valor. Entre los ejemplos que podemos encontrarnos de arte en peligro en proceso de deterioro y peligro de desaparición tenemos la torre de Cira, los últimos vestigios del castillo de esta parroquia silledense.

Esta torre, catalogada como Patrimonio Histórico Nacional desde 1949, recupera en parte protagonismo estos días tras la publicación del libro Apuntos históricos sobre Santiago. Obra dispersa y olvidada , de Antonio López Ferreiro, a cargo de Alvarellos Editora. Entre esos trabajos del célebre historiador compostelano se encuentra uno sobre el monumento silledense, ahora recuperado y que apareció publicado en la revista El Eco de la Verde, en 1869. Su lectura permite hacernos una idea de cómo fue el proceso desde la construcción a la práctica desaparición del castillo de Cira, con la única presencia hoy en día de la torre en estado de abandono y tomada por la vegetación.

El paso de siglos no ha supuesto la puesta en valor de este bien patrimonial. Si López Ferreiro ya hablaba en 1869 de que «dentro de aquellos muros desnudos y agrietados ya no hay caballeros, ni condes, ni damas, ni doncellas», hoy en día están tupidos de verde y con amenaza de que los muros sigan deteriorándose. Casi una ruina de lo que fue un castillo destruido en el siglo XV durante la Revolución Irmandiña. La torre del homenaje se reconstruyó y, como decimos, a duras penas sobrevive.

En la monografía reeditada ahora por Alvarellos se repasa la historia de la torre y el propio castillo. La primera noticia sobre la fortificación de Cira se remonta al siglo XII, cuando el arzobispo Gelmírez dio autorización para edificarlo. López Ferreiro referencia los distintos propietarios que tuvo la fortaleza y como se reconstruyó a partir de 1470 por orden del conde Lope Sánchez de Moscoso.

Una torre del homenaje recuperada, de piedra de sillería, «que por la parte más alta tendrá 40 pies de elevación. Para penetrar en ella hay que escalar un informe peñasco, y luego trepar por el punto hasta la estrecha puerta, que tiene cuatro cuartas de ancho y nueve de alto hasta el vértice de la ojiva». Como profetizaba el historiador compostelano hace 140 años, «nos apresuramos a recoger los débiles rayos de luz que reflejan aquellas pardas paredes, antes de que la acción inexorable del tiempo las allane y encubra en su propio polvo». No iba muy desencaminado ya que esa profética visión del futuro de la torre de Cira sigue plenamente vigente si no se toman cartas para su conservación.