Ana Peleteiro y su oro, una medalla bañada a orillas del Atlántico

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Yves Herman | REUTERS

El título europeo respalda a la atleta después de trasladar sus entrenamientos a Galicia, con su marido, Benjamin Compaoré, como técnico

08 mar 2025 . Actualizado a las 11:04 h.

El Europeo en pista cubierta de Apeldoorn no era una competición cualquiera para Ana Peleteiro. La cita se presentaba como el gran examen a las modificaciones que ha introducido en su vida en esta temporada: regreso a sus orígenes para entrenar en el módulo de Ribeira, cambio de entrenador y de técnica, aunque este aspecto ha quedado aparcado en parte. Y también, un cambio de mentalidad, porque a sus 29 años la bicampeona de Europa tiene claras sus prioridades.

El viaje al Europeo bajo techo comenzó pocos días después de abandonar París sin la medalla olímpica al cuello. Acabar en la sexta posición la final del triple salto no fue el detonante en la toma de decisiones posterior, pero seguramente ayudó a que la plusmarquista española de triple salto apostase por tomar un cambio de rumbo en su vida a los 28 años. Fue entonces cuando anunció la ruptura amistosa con Iván Pedroso, el hombre que la rescató en su momento más bajo, e hizo las maletas para cerrar para siempre su casa de Guadalajara.

El segundo paso fue emprender el viaje de vuelta a Galicia. Ana Peleteiro había abandonado Ribeira siendo muy joven, en el 2012, camino del CAR de Madrid para entrenar a las órdenes de Juan Carlos Álvarez. Media vida después —y tras hacer escala en Lisboa, adonde se fue para entrenar con Ganso—, desde la capital de La Alcarria volvió a Ribeira, pero en esta ocasión, no de visita. «Después de 13 años lejos de casa, lejos de mi familia, invirtiendo cientos de horas en aviones, trenes y coches para poder conciliar mi trabajo con mi vida personal, vuelvo a escuchar a mi corazón», comentó sobre su vuelta a casa. Con ella llegaban su hija Lúa, que ahora tiene una infancia al lado de sus abuelos, y Benjamín Compaoré, su marido y, desde entonces, también su entrenador.

El triplista francés se reveló como un técnico intervencionista desde el primer día y añadió a los cambios una nueva técnica. Durante un par de meses, Peleteiro cambió la pierna de batida, apostando por la izquierda en detrimento de la derecha, una modificación con la que muy pocos triplistas se han atrevido a lo largo de la historia. La campeona la probó, la explicó al mundo y proclamó que estaba encantada con ella, pero un percance en forma de pequeña lesión en su inicio de año en Francia le hizo volver a la técnica con la pierna derecha.

La primera cita del año fue el único momento de duda para la gallega. Un decenio después, la rodilla volvió a darle señales de alarma tras una mala recepción que le hizo sentir dolor en la zona externa. Como había hecho en su día, visitó al doctor Guillen y, tras la pertinente exploración, todo quedó en un susto. Muchos cuidados, algún reposo y el regreso a la técnica anterior en materia de saltos, porque Ana sí ha puesto en práctica modificaciones técnicas como un vuelo más horizontal para aprovechar toda su fuerza explosiva a la hora de aterrizar en la arena.

El aspecto personal completa esta marea de cambios. Peleteiro exhibe su cara más madura, piensa como madre y asegura vivir en un remanso de paz. Dando paseos por las playas de Ribeira entre competición y competición. La próxima, salvo sorpresa, será el Mundial de Tokio. La guinda a un invierno casi perfecto.