
El fichaje más caro en la historia del fútbol gallego, «robó» años desde niño, tanto en el colegio como en el campo, actuando en cursos superiores
05 feb 2025 . Actualizado a las 18:37 h.El pasado lunes hacía historia, con su traspaso del Oporto al Manchester City por 60 millones de euros, lo que convertía la operación en la más cara de la historia del fútbol gallego, y ayer viajaba a Mánchester para conocer su nuevo destino. Mañana de maletas y tarde ajetreada. Vuelo privado en compañía de su pareja y sus agentes, cena con Txiki Begiristain y los responsables del los sky blues, y directo a dormir para ponerse hoy a las órdenes de Pep Guardiola. Quiere empaparse cuanto antes de la filosofía de su nuevo entrenador y de un club en el que estaba predestinado a terminar. Así han sido las últimas cuarenta y ocho horas de Nicolas González Iglesias (A Coruña, 2002), un futbolista de altas capacidades que ha hecho saltar la banca con su fichaje por el City.
Formado en el Montañeros, en donde militó hasta los once años —por unos meses el club coruñés no podrá percibir una cantidad por el mecanismo de solidaridad—, Nico siempre fue un futbolista superior. Dominaba el campo y el juego y los técnicos lo alineaban dos categorías por encima de las que su edad marcaba.
Eso le permitió estar pronto en el punto de mira de los más poderosos, principalmente, Real Madrid y Barcelona, en donde recaló por decisión propia. «Yo nunca intercedí. Era pequeño pero siempre quise que jugara donde él quisiera», explica Fran —el gran capitán del mejor Dépor de la historia—, su padre, cada vez que es preguntado por tal elección.
En la Ciudad Condal también destacó pronto, dentro y fuera del juego. En el campo robando año; fuera también, porque si algo define a Nico es que posee altas capacidades. Estas le llevaron a cursar Primero y Segundo de la ESO en un mismo año, lo que le permitió ir un curso avanzado, aprobar el bachillerato, las pruebas de acceso a la Universidad y comenzar ADE. Hasta que la exigencia del fútbol le impidió continuar.
Con los idiomas también ha mostrado fluidez. Ademas, obviamente, del castellano y el gallego, habla perfectamente catalán, portugués e inglés, ya que su educación la realizó en un colegio bilingüe.
En el fútbol, esas altas capacidades no las exhibió solo para actuar categorías por encima, sino para adaptarse a diferentes posiciones y estilos de juego. Es capaz de jugar de seis (o cinco argentino) por delante de la defensa, o como en un doble pivote, aportando el físico para la recuperación del balón. Pero también destaca como interior. De ocho. Tiene buena llegada y puede ser un perfecto box to box. En su debe, quizá una pizca más de velocidad que, probablemente, se la resta su envergadura (mide 1,88 y pesa 85 kilogramos). Muchos centímetros para desplazar. Con ello, ha demostrado que tiene llegada. De hecho, este año ha metido siete goles y regalado seis asistencias entre los partidos de la Liga portuguesa y los de la competición continental.
Un nuevo objetivo
Ahora, a Nico se le presenta un nuevo reto en una competición de mayor nivel. En el Barcelona, con Koeman y enorme juventud, demostró estar capacitado para rendir a un buen nivel. Lo mismo que el año que estuvo cedido en el Valencia, en donde pese a la mala clasificación del equipo supo asumir galones en los peores momentos. Hasta que en el ejercicio 2022-2023 se topó con Xavi en el banquillo azulgrana. Un año antes ya lo había cedido al conjunto che y ese ejercicio consideró que, el que hoy es el sexto traspaso más caro en la historia de un futbolista español, no tenía hueco en su discreto Barça, del que escaso partido sacó.
Se aprovechó de la oportunidad el Oporto, que lo firmó por 8,5 millones, dejándole al Barça el 40 % la plusvalía de un futuro traspaso. Pero el club luso también se guardó una oportunidad de comprar un 20 % más de su ficha, algo que El Mundo Deportivo asegura que hizo antes de venderlo al City. La cantidad que cita el diario deportivo catalán es de 3 millones, con lo que el Oporto se llevó 46,5 y el Barça, 14,5.
Cifras astronómicas que ha movido un joven jugador de 23 años, que todavía no ha vestido la elástica de la selección española absoluta, pero sí de la sub-21. Un chico hogareño que en julio será padre. Un gallego que abandonó la tierra con 11 primaveras —tras ser rechazado por el Deportivo— y que 12 después puede presumir de haber fichado por tres de los clubes más importantes del mundo Un neniño de Oleiros del que todo el mundo se pregunta si será capaz de llegar a ser lo grande que fue su padre. El tiempo lo dirá.